¿Por qué Fueron los Profetas una Parte Esencial del Plan de Dios para Su Pueblo?

Junio 25, 2025 – Hernan Gonzalez

La profecía dentro del mundo bíblico juega un rol fundamental para el plan redentor de Dios. Según Gleason Archer, en definición, “la profecía es una expresión oral o escrita, dicha por un vocero humano, que trasmite la revelación de Dios y expresa su voluntad para con el hombre”.[1] Estos hombres de Dios fueron usados por el poder divino para llevar un mensaje tanto de juicio como de esperanza tanto para la nación de Israel como para el mundo en general. Particularmente de este lado de la eternidad, la comunicación de parte de Dios con los seres humanos tuvo ciertos métodos y formas con los cuales buscó mantener esa conexión relacional entre lo humano y lo divino. En el A.T. encontramos que Dios no reveló toda su persona ni su propósito en una sola vez, sino que este hecho fue paulatino, conocido mayormente como la revelación progresiva, Dios realizó una secuencia de revelaciones, cada una de las cuales añadía algo a las anteriores.[2]  Por esto esclarecemos que la necesidad de la revelación de Dios viene de Sí mismo para la humanidad y esta fue comprendida a lo largo de las épocas, a través de los patriarcas, jueces, profetas, hasta la encarnación de Aquel que abría de venir.

¿Cuál era la misión del Profeta?

Este modo de revelación tenía su origen nada más y nada menos que en lo divino. El profeta no origina el mensaje, sencillamente lo proclama.[3] Los profetas no eran simples videntes o médiums que predecían el futuro, ni adivinos que manipulaban una bola de cristal para anticipar la que habría de suceder, sencillamente, un profeta era alguien que transmitía el mensaje de parte de Dios. La naturaleza de las profecías implicaba 2 cosas, tanto era una bendición, así como una advertencia para el pueblo de Dios particularmente. Una interesante observación respecto al papel que jugaron los profetas en diferentes épocas para la nación de Israel fue que “Algunos relatos más antiguos presentan al profeta como un hombre capacitado para conocer cosas ocultas y adivinar el futuro, como Saul, Elías, Eliseo, etc., pero por su parte, profetas como Amos, Isaías, Oseas, Jeremías y demás, no tienen trazas de adivinos, sino son intérpretes de la voluntad de Dios, llamados a orientar a sus contemporáneos e indicarles el camino de la conversión”.  Dado la naturaleza de la profecía, esta tenía el propósito de manifestar en cierta medida tanto el plan, así como la voluntad de Dios para cierto periodo de tiempo determinado. Esto como consecuencia mantenía a los suyos latentes a la esperanza que al final solamente encontrarían y vendría únicamente de Aquel que trasciende las edades. 

Los profetas son una clara evidencia del amor universal de Dios que buscó en todo momento el arrepentimiento de su pueblo y contagiar a las demás naciones con este mismo sentir que los conduciría a una esperanza y a una redención escatológica. La profecía fue para la nación de Israel la forma en como recibieron el mensaje divino y fue algo característico como etnia escogida. Por su parte, el profeta era un hombre inspirado en todo el sentido más estricto de la palabra, no había en toda la nación israelita ninguna otra persona que pudiera percibir y escuchar la voz de Dios con claridad y volverse el portavoz del Señor. De igual manera, estos eran hombres comprometidos y entendían su llamado y la importancia del mismo.

En la actualidad, cientos de religiones falsas en el mundo son evidencia de la manera en que los pecadores, sin la dirección de la Escritura, siempre entienden mal y distorsionan la revelación de Dios en la naturaleza.[4] Sin embargo, la misma Escritura misma nos dice los profetas del Antiguo Testamento, marcaron el rumbo de la revelación divina entorno al plan redentor de Dios y son ajenos a las locuras que se hacen o se creen hoy en día. Dentro de este plan soberano, los profetas fueron el puente que tendría como destino llevar a las personas a la majestuosidad de la consumación final de la profecía y de Dios, la cual fue en la persona de Jesucristo.

¿Qué nos dice la Profecía Bíblica a la Iglesia del siglo XXI?

La profecía hebrea habría de poner el sello en la autoridad del mensaje de Dios, ya que su fin mayor es un fin redentor y eterno. El propósito redentor de Dios culmina en Jesucristo, ya que de alguna manera toda profecía señala a Cristo, y la profecía se cumple Él. El impacto de ello lo vemos cuando Jesús reconoció la autoridad del Antiguo Testamento como palabra de Dios transmitida a través de los profetas, mostrándole al mundo en esto mismo la sabiduría y la excelencia del plan perfecto de Dios.

Como cristianos y expositores de la palabra de Dios, podemos decir que la profecía es el hilo que cose ambos testamentos. Los profetas hablaron para el futuro desde constantes referencias y en diferentes momentos y circunstancias distintas en el pasado, pero con la mira apuntado al Cristo, quien sería el autor y consumador de nuestra fe. La profecía sigue siendo aplicable en nuestro contexto ya que su propósito redentor sigue en curso en nuestras vidas, teniendo a Jesucristo como la culminación de ella, y testificándole al mundo proclamando las buenas nuevas de salvación.

Cuando reflexionamos en la profecía del mundo bíblico, me permite conocer más sobre el corazón y el carácter de Dios, y nos deja ver que aunque nosotros somos infieles y hacemos cosas que van en contra de su voluntad y de su carácter, Él permanece fiel a través de cualquier circunstancia. Quizás por ello, tanto su mensaje profético, así como su propósito redentor, fue envuelto y confinado en una persona que fue fiel en todo, y hoy es el Salvador de todos los hombres, Jesucristo.


[1] William Sanford Lasor, David Allan Hubbard, Frederic William Bush, Panorama Del Antiguo Testamento: Mensaje, Forma y Trasfondo Del Antiguo Testamento. Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío, 2004. 11.

[2] Doug Powell, Guía Holman De Apologética Cristiana. Nashville, Tennessee B&H Publishing Group, 2009. 235

[3] Alfonso Ropero, Biblia De Estudio Mensaje Profético y Escatológico. Barcelona, España: Editorial CLIE, 2021. 941.

[4] Wayne Gruden, Teología Sistemática. Nashville, Tennessee: Editorial Vida, 2021. 179.

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