Septiembre 27, 2024 – Hernan Gonzalez

La
interpretación bíblica es una de las tareas más arduas dentro el mundo
académico y eclesiástico. Los autores bíblicos inspirados por el Espíritu Santo
escribieron la verdad divina que debía ser revelada al mundo con el propósito
de anunciar las buenas nuevas y que sus oyentes comenzaran a experimentar un
cambio de vida ante esta nueva realidad revelada por Dios en Cristo. Pedro
quien fue un pescador y uno de los discípulos originales de Jesús que además de
ser uno de los testigos oculares de su ministerio también fue una persona que
experimentó las apariciones del Jesús resucitado, tal experiencia lo llevó a convertirse
en uno de los pilares de la iglesia primitiva y uno de los autores de los
escritos del Nuevo Testamento. Dichos escritores recibieron la revelación de parte
de Dios con el propósito de dejar para la iglesia las instrucciones a seguir
para que los cristianos supiesen cómo afrontar y caminar en la fe ante lo por
venir. La epístola de 1 Pedro es una exhortación a permanecer firmes en medio
de la persecución (5:12).
Pero
dentro de esta misma epístola, las palabras de Pedro 3:18-22, están entre las más
difíciles de interpretar en el Nuevo Testamento.
Por ello, comprender la naturaleza de esta epístola en relación es de gran
importancia para su correcta interpretación. El término griego βάπτισμα que
significa bautismo consiste en el proceso de inmersión o sumersión por parte de
una persona al venir a la fe, al igual que tiene un significado en el sentido
de emergencia y particularmente en el Nuevo testamento en algunos pasajes es
visto en un sentido de ordenanza. Este versículo ha sido un terreno de batalla
entre los que enseñan la regeneración bautismal y los que niegan que el
bautismo tenga poder alguno para salvar.
En
el Antiguo Testamento, los ritos de inmersión estaban asociados con la
conversión de la pureza ritual, especialmente los sacerdotes (Lev. 15; 16:4; 24),
mientras que durante el periodo del Nuevo Testamento el agua por sí misma y la
inmersión en ella funcionaron como los medios principales por los que las
impurezas se eliminaban en el judaísmo farisaico (Mt. 15:2; Jn. 2:6).
Ante esto hechos, se han ofrecido tres interpretaciones
las cuales dejan aún ciertas dudas o no aclaran lo que el apóstol Pedro quiso
decir a su audiencia original:

A) Cristo, después de su muerte, fue en espíritu al hades, donde predico
el evangelio a los muertos que habían vivido antes de Cristo (o solo a los
contemporáneos de Noé). Fue la interpretación más común entre los antiguos Padres
de la iglesia. B) Sostenida por Agustín y los reformadores, afirman que el
texto se refiere a un ministerio especial de predicación de Cristo en su
preexistencia, es decir, en su estado anterior a la encarnación, por medio de
Noe, a los hombres de su tiempo. C) La tercera opinión, la más generalizada en
nuestros días, es que Cristo, en el intervalo que medió entre su expiración y
resurrección, proclamo la gran victoria de la cruz en el mundo de los espíritus
desobedientes, probablemente ángeles (comp. 2 P. 2:4-5; Judas 6 y Gén. 6:1-4).
Como parece desprenderse del contexto del versículo 22. La oscuridad del pasaje
no ha sido aún desvanecida; pero en contraste con sus puntos nebulosos destaca
radiante su contenido esencial: el triunfo de Cristo en su muerte y en su “vivificación”
en espíritu (v.18), en su resurrección (v.21) y en su ascensión (v. 22).
Con estas interpretaciones existentes entre los
académicos, surgen dos preguntas adicionales para responder ¿Cuáles son los
hechos que requieren una explicación? y ¿Qué explicación responde mejor a estos
hechos? Si la epístola de 1 Pedro fue escrita con el propósito de dar ánimo a
los cristianos para afrontar el sufrimiento y la persecución con valentía y
esperanza ¿Qué sentido tiene con la epístola en general que Pedro traiga al escenario
el evento histórico de Noé y el diluvio y su correlación con el bautismo seguido
de la resurrección de Jesucristo? Bueno, hagamos un análisis interpretativo de 1 Pedro 3:21 a la luz de varios principios hermenéuticos.
Género Literario

De acuerdo
con la historia, existe una gran probabilidad dado la evidencia tanto interna
como externa que 1 Pedro fue escrita aproximadamente en el 64 d.C., cuando una
persecución hacia los cristianos dio comienzo en los tiempos de Nerón. Ante
esta situación, la naturaleza de este documento tiene su explicación cuando es
vista como una carta o una epístola general, ya que tanto en su estructura, así
como en su mensaje, lleva esa tonalidad tanto de exhortación, de ánimo, así
como en un sentido pastoral para todos los creyentes que ahora formaban parte
de la iglesia de Jesucristo. Particularmente en el 1 P. 3:21, el apóstol hace
un énfasis en que el acto de fe indicado en el bautismo en vez de la purificación
física, era significativo, por lo que el “bautismo” era un acto de conversión en
el judaísmo de antaño, pero el judaísmo insistía en la sinceridad de
arrepentimiento para que el mismo fuera eficaz.
Por la misma evidencia interna, descubrimos que los destinatarios de 1 Pedro que
residían en aquel entonces en 5 provincias romanas (1 Pedro 1:1),
entendían la amplia
terminología que Pedro usa en el versículo 21 haciendo alusión que tales
instrucciones no solo eran para iglesias especificas o a individuos en ciudades
específicas, sino aun los creyentes ya bautizados. En su contexto histórico y
cultural y sobre todo entendiendo la revelación de Dios en Jesucristo, 1 Pedro 3:21
cobra un mayor sentido tanto doctrinal como teológico para todos los creyentes con
el bautismo y la resurrección de Cristo. La conexión del bautismo de agua y el
bautismo de Espíritu con la purificación está bien patente en toda la Escritura,
y en relación con la muerte de Cristo y Su poder de resucitar.
Narrativa Histórica

Debido a la
naturaleza, a la composición gramatical y la forma en como está estructurada 1
Pedro 3:21 no es considerada como una narrativa histórica. La narrativa
historia comunica hechos reales en forma de relato.
Por su parte, el propósito del apóstol Pedro al traer al escenario los eventos históricos
de Noé y el arca era con el fin de hacer un énfasis específico en como Dios
intervino en el pasado para la salvación de los hombres y como ahora actúa en
un sentido para una salvación eterna por la resurrección de Jesucristo. En este
caso Pedro al comparar el bautismo con el diluvio, sugiere que Dios usó el
bautismo para quitar la contaminación de la carne y este sirvió como una
expresión externa de una actitud interna de fe y arrepentimiento.
Pedro
enfatiza que la salvación que experimentó Noé y su familia fue una salvación
física literal, pero ahora en 1 Pedro 3:21 el énfasis de esta salvación tiene
en el bautismo un sentido de purificación en la conciencia del creyente en la
creencia de la resurrección. En caso de que sus lectores atribuyan erróneamente
un poder mágico o mecánico al sacrificio, Pedro declara que el medio para la
salvación no es realizar un rito externo, sino lo que este simboliza: la unión
con Cristo en Su muerte y resurrección.
Lo
que Pedro quiere decir en este versículo 21, es que el agua por medio del cual
se salvó de la catástrofe Noé con su familia era tipo de bautismo, por eso dice
que el bautismo es un antitipo del agua aquella.
Lenguaje Exagerado o Hipérbole
Pedro el
autor de la primera epístola que lleva su nombre, no parece presentar
literalmente un lenguaje hipérbole o exagerado en este versículo (1 P. 3:21),
más bien lo que el apóstol hace es darle a su audiencia el alcance y el impacto
que trae el acto de obediencia del bautismo y la creencia de la salvación
eterna por la resurrección de Jesucristo. Quizás por esta razón, Pedro presentó
el ejemplo de la victoria de Cristo sobre los poderes del mal como un incentivo
para soportar acciones injustas (1 Pedro 3:18-22), lo
que debe llevar al creyente a tener una actitud en la que refleje el carácter y
de testimonio de la persona y obra de Jesucristo ante cualquier adversidad que
se presente. Al parecer el lenguaje usado por el apóstol es en su naturaleza simbólico.
En primer lugar, porque la salvación dada a los hombres no vine por un acto o
merito humano sino por lo que Dios ya ha hecho en Jesucristo. Por ello, Pedro emplea
aquí el bautismo para referirse a la inmersión figurada de Cristo como el arca
de protección que navegará por sobre el holocausto del juicio a los malos.

El bautismo para los tiempos del apóstol Pedro era un símbolo de obediencia
salvadora. Por ello el lenguaje usado en 1 Pedro 3:21 al ser tomado
literalmente puede hacer que los creyentes piensen que el acto físico que se
llevaba a cabo en el bautismo es el que da la salvación. El agua salvó a Noé, pero
no por sí misma, sino por mantener el arca construida en la fe basada en la
palabra de Dios: era para él un sello y medio de una suerte de regeneración en
la tierra.
Esto estaría haciendo
alusión a que el bautismo es solo símbolo de salvación la cual ya a ocurrido en
interior del creyente.
Las
Figuras de Lenguaje
Para la interpretación
1 Pedro 3:21 vemos que el autor nos ofrece diferentes símbolos e imágenes, así
como hace uso de nombres para darnos un panorama más amplio de todo lo que se
conectará directamente con el versículo 21. Para dar su argumento, Pedro trae
al escenario personajes y elementos que eran conocidos por su audiencia
original, en este caso Noé y el diluvio, seguido del bautismo y el icónico evento
de la resurrección de Jesucristo. Por ello, el apóstol utiliza la figura del
"tipo" o "antitipo" en este pasaje para hacer énfasis en un
aspecto que los lectores tenían que entender a mayores rasgos. Es de llamar la
atención que Pedro use el evento histórico de Noé y el arca en el diluvio,
quizás porque entendía la revelación progresiva y la acción salvadora de parte
de Dios, la cual tuvo su mayor alcance en la revelación superior y final en
Cristo y su culminación salvadora en la resurrección. Más que solo recordar
este suceso, el apóstol más bien transmite verdades teológicas sobre
acontecimientos descriptivos en un género literario rico en símbolos e
imágenes. El diluvio con el
bautismo, y Noé con Cristo.
En el pacto con Noé, aunque
ciertamente de la gracia de Dios o del favor inmerecido, parece ser bastante
diferente en cuanto a las partes involucradas (Dios y toda la humanidad, no
solo los redimidos), la condición mencionada (no se requiere ni fe ni obediencia
del parte del hombre), y la bendición que se promete (que la tierra no sería
destruida de nuevo por el diluvio es sin duda una promesa diferente de la vida
eterna).

La
experiencia de aquellos que estuvieron en el arca en la época del diluvio fue
una figura o un tipo de los hechos de muerte espiritual, sepultura y
resurrección; siendo el bautismo cristiano un antitipo, “un tipo
correspondiente”, “que corresponde a esto” (1 Pedro 3:21).
La figura de lenguaje usada por el apóstol bien podría tener varios propósitos.
En primer lugar, el judaísmo antiguo a veces utilizaba el diluvio como un
prototipo del juicio futuro.
Pedro
como judío y su experiencia con el Salvador, comprendía claramente estos antitipos
y hace uso de ellos como figuras de lenguaje para que su audiencia que
experimentaba persecución y sufrimiento recordara la acción salvadora de Dios
en los tiempos de Noé y de igual forma vieran en el accionar divino una
salvación de vida eterna por la resurrección de Cristo. Con ello se compara la salvación
del arca y el bautismo en ambos casos, los creyentes se salvan mediante las
aguas del juicio, ya que el bautismo describe una salvación a través de un
juicio.
Aunque
para los tiempos de Noé como bien el apóstol lo menciona, Dios trajo juicio
sobre una humanidad desobediente removiendo la mayor parte de la inmundicia
humana, por lo que el arca era un símbolo de obediencia y salvación. Lo que
Pedro señala en relación al bautismo de los creyentes es que aunque la
inmundicia de la carne sigue presente, el ahora bautizado debería buscar
aspirar a una buena conciencia que fuera un reflejo evidente en su peregrinaje
terrenal.

El arca de Noé era una figura y señal (
sacramentum) de la
iglesia de Cristo, pues salvó solamente a quienes estaban en ella y los que
estaban fuera murieron.
Este
antitipo de agua, en el bautismo no debe ser vista a manera de ritual que da
salvación sino por lo contrario, entendiendo el obrar de Dios en el pasado, el
cristiano da indicios de su salvación en el acto de obediencia del bautismo al
aceptar la salvación eterna espiritual en la resurrección del Salvador. Porque
el bautismo es la imagen simbólica de la resurrección de Cristo, así como
nuestra propia renovación espiritual.
La Estructura y la Naturaleza
de 1 Pedro 3:21
1 Pedro en
su estructura y naturaleza está compuesta por dos aspectos importantes dentro
de la cosmovisión bíblica. El primero es un aspecto doctrinal y este tiene que
ver con el bautismo y el segundo que es un aspecto teológico tiene que ver con
la resurrección de Cristo de entre los muertos. El versículo 21 se encuentra en
medio de una discusión sobre la paciencia y la justicia de Dios, usando el
ejemplo de Noé para ilustrar cómo Dios salva a través del juicio. Pero ahora
ante la revelación de Jesucristo la gracia de Dios está disponible para el
creyente y él solo tienen que acudir a ese llamado de obediencia con el acto
del bautismo. En el versículo 21 Pedro presentó el bautismo como una copia de
la liberación del juicio del Antiguo Testamento, la convicción de pecado
demanda una repuesta de fe en Cristo y el acto de bautismo describe esta
respuesta, por lo que la salvación viene a los creyentes porque Cristo ha
resucitado de los muertos.

El
erudito Gordon Fee señala que la figura del bautismo con agua es el anuncio del
bautismo del espíritu en dos aspectos: (1) por medio de la muerte y la
resurrección de Cristo y la obra del Espíritu Santo, (2) al entrar en esta
realidad de manera individual, como personas de cada “pueblo y nación”.
En
su contexto inmediato, Pedro al estar hablando de como Dios purificó el mundo
antiguo de manera general con las aguas del diluvio, ahora en el bautismo lo
que ocurre en el creyente es una renovación espiritual en un acto terrenal de
inmersión bautismal. El acto del bautismo no da salvación eterna sino más bien
una limpieza espiritual de todo el corazón y alma y vida. Pedro llama al
bautismo el compromiso de una buena conciencia para con Dios (v. 21). Toda la
idea y la eficacia del bautismo depende de la resurrección de Jesucristo.
Directrices Generales de
toda la carta de 1 Pedro
El
propósito de 1 Pedro era animar a los cristianos a enfrentar la persecución de
tal forma que la verdadera gracia de Cristo resultara evidente en ellos. En
1 Pedro 3:21, el apóstol señala que la nueva identidad que recibieron por la
resurrección de Cristo en el acto del bautismo debía llevarlos a tener vidas santas
y obedientes al Señor por su gracia recibida y en la cual ahora confiamos. De
acuerdo con el contexto inmediato, el apóstol también apunta a el impacto y la
victoria de Cristo en Su resurrección que tuvo en el aspecto espiritual. Este
triunfo de Cristo al que están sujetos todos los poderes espirituales (3:22),
es lo que simboliza el bautismo que no nos lava del pecado, como sostienen
algunas interpretaciones teológicas, sino que es el testimonio de que el
creyente pretende vivir con buena conciencia gracias a la resurrección de Jesús
el Mesías (1 Pedro 3:21).

De
ser así, el acto del bautismo le da al creyente la convicción y la valentía
para afrontar cualquier situación, ya sea en el físico como en lo espiritual,
sabiendo que su buena conciencia que busca agradar a Dios, les dará su galardón.
En el Nuevo Testamento se ve el canon del bautismo como la identificación
simbólica del creyente con la muerte y resurrección de Jesús, a través de la
cual el creyente se “reviste de Cristo”, así como una clara expresión de
arrepentimiento ante Dios (1 Pedro 3:21).
Así como el diluvio sumergió a todas las personas en el juicio de Dios, pero
algunos lo pasaron a salvo, de igual manera, para aquellos que están en Cristo
lo pasaran a salvo del juicio final de Dios.
Pedro
les recuerda a los cristianos la seguridad de su salvación que ahora tienen en
Cristo, la cual fue sellada en el bautismo y la que al mismo tiempo los llama a
mantener una buena conciencia ante Dios, mayormente ante el sufrimiento y
persecución, esto debe ser característico de todo creyente.
Conclusión

El pasaje
de 1 Pedro 3:21, debe interpretado a la luz de su género literario como una epístola.
Tanto en su estructura como en su naturaleza, abarca temas teológicos haciendo
referencia a figuras de lenguaje y antitipos que eran conocidos por su
audiencia y estos podían ser entendidos acorde a su contexto histórico por el
cual atravesaban sus fieles lectores. El apóstol Pedro al haber hecho uso del
diluvio y del arca de Noé hizo para su audiencia original una ilustración
simbólica de lo que ahora significaba y representaba el acto del bautismo de
inmersión. No haciendo alusión a que el acto del bautismo salva al creyente,
sino que dicho acto es una representación simbólica de la salvación otorgada
por Dios la cual vino como resultado de la resurrección de Jesucristo. Por
ello, el único bautismo que podemos considerar que salva a las personas, es un
bautismo seco-espiritual que viene mediante la fe en aquel que resucitó de
entre los muertos. El Espíritu que tanto en la muerte como en la resurrección
de Cristo le dio la victoria y la autoridad sobre las autoridades y potestades,
le da a los cristianos la seguridad del arca espiritual de la salvación
gratuita otorgada por Dios. A la luz de su contexto, el versículo de 1 Pedro
3:21, ayuda y anima a los creyentes a ser perseverantes en su fe para mantener
una buena conciencia ante Dios el Padre, aún y en medio del sufrimiento y
persecución o cualquier situación que pudiese presentar en su peregrinaje
terrenal para ser un testimonio de la persona y obra de Jesucristo.
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