Pero Cuando se Cumplió el Tiempo; Dios envió a Su Hijo
Diciembre 28, 2024 – Hernan Gonzalez.
Han pasado poco más de dos mil años de cuando en un acto de amor divino, Dios vino a mostrarnos el amor verdadero. En Su tiempo perfecto vino a manifestar los misterios de Su gracia y revelar su corazón a una humanidad desesperanzada. La venida del Hijo de Dios al mundo de los hombres ha sido el momento más emblemático en la historia de la humanidad. A partir de este momento, las personas ya no caminarían más en oscuridad sino no en la luz de Su amor. La intervención divina le trajo esperanza y libertad a la raza humana de la condenación y la muerte, y como regalo adicional nos ofreció esperanza eterna.
La entrada del pecado a nuestra realidad vino a oscurecer el mundo perfecto creado por Dios para la humanidad y produjo esto una separación entre Dios y el hombre, pero en su benevolencia el Señor llevaría a la humanidad restaurada en gloria. El tiempo establecido por Dios vino a revelar nuevamente que Su plan perfecto de redención no había quedado en el pasado, sino que esperaba este momento en cuando a través de la tercera persona de la trinidad viniera al mundo de los hombres a que desvelara el amor y el corazón de Dios por una humanidad perdida y desconcertada, sin esperanza y sin oportunidad de poder salvarse por sus propias obras de justicia.
Hoy en día las personas buscan encontrar significado o propósito para sus vidas, pero sin tener ninguna referencia a Dios, y en su intento lo único que han encontrado ha sido la insatisfacción de un mundo caído. Cada uno ha decidido hacerlo a su manera, pero eso no ha sido la mejor de las decisiones. El mundo antiguo estaba asediado por la fe en la astrología, por ello algunos investigadores creen que Pablo estaba diciendo que hubo un tiempo en que los gálatas habían vivido bajo la tiranía de esa fe en la inevitable influencia de las estrellas.[1] No es extraño que aun en la actualidad aun haya este tipo de supersticiones que una vez más dejan en evidencia la triste realidad del corazón humano dejando de lado el verdadero propósito que solo el Dios Creador y Padre ha establecido.
Hoy
mucho se dice acerca de aquel día que cambio todo el destino de la humanidad.
Algunos han abrazado con fe esta gran verdad, al igual que muchos la ponen en
duda. Dios se reveló así mismo, en su tiempo en el cual el entendimiento humano
no comprendió esta manifestación, pero para los que sí lo hicieron, proclamaron
esta gloriosa verdad entendiendo el tiempo perfecto del Padre. Dios no hace
nada antes del tiempo debido, sino que, previendo el resultado desde el
principio, espera hasta que todo esté maduro para la ejecución de su propósito.[2]
La Preexistencia del Hijo
Desde la eternidad hasta la eternidad la presencia del amor de Dios ha estado manifiesta y la encarnación del Hijo vino a hacerlo una realidad para nosotros. Pablo, un hombre que creció y se formó en estricta ley judaica llegó a la compresión de lo que había sido la revelación del Cristo en la forma más plena. En mensaje del evangelio era perfectamente comprendido en la encarnación del Cristo, y lo que el apóstol Pablo hizo fue reconciliar la gracia y la justificación que vino como consecuencia de la manifestación de Jesucristo. Los nuevos creyentes de Galacia debían dejar atrás el judaísmo y ver esta nueva realidad a la luz de Jesús. No había merito humano el cual pudiera librarnos del error debido a nuestra naturaleza caída, a lo cual se veía la imposibilidad de cumplir la ley. No fue más únicamente de educación elemental; fue un tiempo de esclavitud.[3]
Ese “tiempo” se cumplió cuando el Imperio Romano había pacificado el mundo conocido y construido un sistema de caminos que facilitaban la transportación; cuando la civilización griega hubo provisto un idioma que se aceptaba como la lingua franca en todo el imperio y cuando los judíos hubieron proclamado el monoteísmo y la esperanza mesiánica en las sinagogas del mundo mediterráneo.[4] El escenario estaba listo y el tiempo del Señor estaba predeterminado para revelar en la imagen de Su Hijo, Su amor.
Pablo
creía y afirmaba que el envío del Hijo de Dios sucedió en el nudo de la
historia de la salvación.[5] El pensamiento paulino nos
deja ver el impacto que experimentaros los primeros cristianos ante revelación
del Hijo de Dios en el tiempo perfecto del Padre celestial. Al ofrecerles una
libertad de la esclavitud de la ley y una salvación eterna e inquebrantable,
Dios el Padre mostró Su poder y dominio sobre ambas realidades. Este es el entendimiento
que alumbra el asombro, cuando la verdad permanece abstracta, el alma no vive
de ese tesoro.
La Plenitud del Tiempo
Dios envió a Su Hijo en el momento oportuno para de la historia humana. τὸ πλήρωμα τοῦ χρόνου, esta plenitud de tiempo de la que Pablo habla tiene la idea de llenar. A menudo los textos judíos hablan del cumplimiento de tiempos preseñalados en la historia como una forma de reconocer la sabiduría perfecta de Dios y su soberanía sobre la historia.[6] En la historia bíblica encontramos la manifestación de Dios para llevar a cabo el cumplimiento de ciertos aspectos y establecer pactos con la humanidad, particularmente con la nación escogida, Israel.
El envío del Hijo por parte de Dios coincide con su nacimiento de una mujer, comparable a cómo en el Antiguo Testamento las misiones del Siervo de Yahvé y de Jeremías se sitúan en la concepción y el nacimiento.[7] Las antiguas manifestaciones del Dios el Padre, solamente eran una sombra de lo que habría de ser revelado en el tiempo en el que la gloria de Dios resplandecería como nunca antes. El cumplimiento del tiempo se refiere a la culminación del periodo de preparación en el plan soberano de redención de Dios.[8]
La
promesa cumplida en Cristo.
El apóstol Pablo llegó a la comprensión de la manifestación y la revelación que Dios hizo de sí mismo en Su Hijo en Su tiempo ya predeterminado. El deseo paulino era que los creyentes de Galacia comprendieran el impacto y la importancia de tan grande manifestación divina. τὸν υἱὸν αὐτοῦ, tanto su deidad como su humanidad quedan declaradas en estos pasajes.[9]
Si Cristo hubiera venido 50 años antes o 50 años después no hubiera habido las mismas condiciones que existieron en el momento en que el Señor Jesucristo vino, no hay duda que todo estaba divinamente planeado. Es hizo de nuestro destino, el suyo, mostrando así la inmensidad de su amor.
Poco más de dos mil años de historia, esta buena noticia sigue proclamándose alrededor del mundo, el Salvador vino a nuestro mucho para que además de mostrarnos el verdadero corazón de Dios en una forma más personal, también se acercó a nosotros para de esta manera poder conocerle de una forma más íntima, para que en Su tiempo perfecto ocurriera esta unión, del cielo a la tierra y la promesa de Dios quedara cumplida en Cristo.
[1] William
Barclay, Comentario Al Nuevo Testamente. Barcelona, España: Editorial
CLIE, 2006. 691.
[2] Robert
Jamieson, A.R. Fausset, David Brown, Comentario Exegético y Explicativo De
La Biblia Tomo 2: El Nuevo Testamento. El Paso Texas: Editorial Mundo
Hispano, 2015. 452.
[3] F.
F. Bruce, Un Comentario de la Epístola a los Gálatas. Terrassa,
Barcelona: Editorial CLIE, 2004. 267.
[4] John
F. Walvoord, Roy B. Zuck, El Conocimiento Bíblico Un Comentario Expositivo
Nuevo Testamento Tomo 3. Puebla, Puebla, México: Ediciones De Las Américas,
A.C., 2015. 135.
[5] F. F. Bruce, Un Comentario de la Epístola a los
Gálatas. Terrassa, Barcelona: Editorial CLIE, 2004. 268.
[6] Craig
S. Keene, Comentario del Contexto Cultural de la Biblia: Nuevo Testamento.
El Paso Texas: Editorial Mundo Hispano, 2003. 526.
[7] F.
F. Bruce, Un Comentario de la Epístola a los Gálatas. Terrassa,
Barcelona: Editorial CLIE, 2004. 270.
[8] John
MacArthur, Comentario Bíblico MacArthur del Nuevo Testamento: Gálatas y
Efesios. Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 2010. 141.
[9] A.
T. Robertson, Comentario Al Texto Griego Del Nuevo Testamento.
Barcelona, España: Editorial CLIE, 2003. 491.
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