Una Fe Inquebrantable: Cómo la persecución ni el martirio pudo derrocar la fe cristiana

Noviembre 25, 2024 – Hernan Gonzalez

Trasfondo Histórico

El surgimiento del cristianismo en el primer siglo de nuestra era fue un verdadero desafío ya que los primeros cristianos se enfrentaron a una diversidad religiosa las cuales estaban compuestas por diferentes creencias, tradiciones y prácticas con las que estos grupos fomentaban sus cosmovisiones y sus doctrinas de forma muy estricta. Aunado a ello, se enfrentaron a las legislaciones políticas y religiosas de emperadores romanos las cuales no fueron favorables ni para los judíos ni para los cristianos. Particularmente hacia los cristianos, las persecuciones fueron cada vez más crecientes ya que las acusaciones iban desde ser ateos, hasta ser acusados de canibalismo. Para ese entonces, el cristianismo no era una nueva religión, sino una secta herética dentro del judaísmo.[1] Lo que lo que los historiadores han descubierto a lo largo de los años de investigación, es que el cristianismo desde sus comienzos, a diferencias de otras religiones ya existentes, tuvo también que enfrentarse a la oposición y la persecución la cual no ha dejado de cesar y continua en diversas partes del mundo hasta nuestros días. La iglesia del primer siglo ha sido para muchos el pilar que le dio a las futuras generaciones eclesiásticas, la valentía, el coraje para defender la verdad del evangelio con sus propias vidas. El término mártir que viene del griego μάρτυς, μάρτυρος (mártys, martyros), que significaba ‘testigo’, nos da a entender que el martirio era un testimonio de la fidelidad de las víctimas a sus convicciones de fe y su certeza de que la muerte no era el fin sino es el paso para estar en la presencia del Salvador quien había derrotado la muerte y el pecado. Aunque fueron diversos periodos oscuros de persecución a los que la iglesia cristiana ha tenido que enfrentar, pero en cierta forma Dios uso estos tiempos de persecución para la expanción de la buena noticia del evangelio de Jesucristo en el mundo conocido.

Las persecuciones en el siglo II y en la primera mitad del III dependían, en primer lugar, de la variada disposición de las autoridades provinciales.[2] Para el primer siglo de nuestra era, la persecución hacia los cristianos ya como una nueva comunidad religiosa establecida, comenzó, de acuerdo con la historia, cuando Nerón tomó el poder el Imperio Romano. Se han encontrado información por historiadores de renombre que cuando el emperador Claudio tomó el poder del Imperio Romano intentó que la religión de los romanos primitivos predominara y para ello este comenzaría una persecución en contra de los cristianos lo cual los llevó a su dispersión. Poco tiempo después de la muerte y resurrección de Cristo, el autor del libro de los Hechos documenta que la persecución para ese tiempo ya había comenzado en contra de los cristianos. Los primeros informes que tenemos sobre la persecución  nos dicen que vino de la mano de los líderes religiosos judíos. El primer mártir registrado y encontrado dentro de la misma evidencia interna de las Escrituras fue un hombre llamado Esteban. El sumo Sacerdote (probablemente Caifás) le dio a Esteban la oportunidad de responder a los cargos, al preguntarle si aquellas cosas eran así.[3] Están acusaciones venían por su predicación acerca del Cristo resucitado y su proclamación del cumplimiento mesiánico que había sido manifestado al mundo. Es probable que el apedreamiento de Esteban fuera una acción espontánea de la multitud, algo fuera de la ley.[4] Este hecho marcaría un antes y un después en la historia de la iglesia cristiana ya que a partir de este momento comenzaría la cacería en contra de los fieles cristianos.

Persecución de los Líderes Religiosos Judíos hacia los Cristianos

El libro de los Hechos nos narra los sucesos en cómo se desarrollaron las persecuciones en contra de los cristianos particularmente por un hombre fariseo de fariseos llamado Saulo, quien más tarde se convertiría en el tan conocido apóstol Pablo. Pero paradójicamente, la muerte de Esteban estableció el fundamento para la expansión del movimiento cristiano fuera de Palestina.[5] Los primeros cristianos que experimentaron la persecución a manos de los líderes judíos. Su fe no consistía en la negación del judaísmo, sino que consistía más bien en la convicción de que la edad mesiánica, tan esperada por el pueblo hebreo, había llegado.[6] Es interesante observar que ante el mandado de “ir y ser testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hch. 1:8), la persecución vino a formar parte del plan soberano de Dios para que así el evangelio fuera proclamado a lo largo y ancho del Imperio Romano. Históricamente se sabe que desde el año 6 d.C. hasta el 41, Judea fue gobernada por procuradores enviados por el emperador romano.[7] Inclusive Lucas, el autor del evangelio que lleva su nombre, nos da datos y nombres de gobernantes líderes de gobierno y religiosos que nos permiten datar los acontecimientos desde el nacimiento de Cristo hasta los tiempos del surgimiento de la primera iglesia primitiva en el libro de los Hechos en Jerusalén.

Poco tiempo posterior al martirio de Esteban las persecuciones hacia los cristianos por líderes religiosos judíos aumentaron y ya no solo eran los judíos quienes perseguían a los cristianos sino dadas las órdenes del emperador romano, estos se unirían a perseguir a los cristianos de igual manera. Durante este mismo año (41 d. C.) Herodes Agripa al convertirse en rey en Judea y Jerusalén comenzó a practicar fielmente las formalidades y ritos religiosos de los judíos. Su reino cubría casi la misma extensión que la de su abuelo Herodes el Grande y se le conoce por haber hecho toda clase de cosas para ganar el favor de los judíos, así que consideró que era buena bandera política arrestar a los cristianos y ejecutar a Jacobo.[8] Por lo registrado por el autor Lucas el martirio de Jacobo significó históricamente que la persecución en contra de los cristianos ya no solo era por los líderes religiosos judíos sino también se había unido a ellos algunas de las autoridades del imperio hasta ese momento más grande conocido, el Imperio Romano.


El Herodes que martirizó a Jacobo, el hermano de Juan, era Herodes Agripa I, un nieto de Herodes el Grande, quien busco el favor de los judíos por medio del martirio de Jacobo y el encarcelamiento de Pedro.[9] Con la muerte de líder de la primera iglesia en Jerusalén, Jacobo, los demás líderes decidieron trasladarse a otras regiones tales como Pela, ciudad ubicada al lado del río Jordán, mientras que los demás cristianos se comenzaron a dispersar en otras zonas más alejadas pero dentro del mismo territorio palestino. A pesar de que la Biblia solo registra el destino de Judas Iscariote y Jacobo, los primeros líderes eclesiásticos afirmaban que casi todos los demás discípulos también murieron como mártires asesinados por predicar sobre Jesús.[10] El cristianismo como una nueva religión establecida con la realidad del Mesías resucitado comenzaba a tener sus primeros mártires los cuales estuvieron dispuestos a morir por su fe y por lo que habían vivido y experimentado los seguidores y testigos oculares del ministerio de nuestro Señor Jesucristo. La persecución y la opresión fue subiendo de nivel en la media en la que cada vez más y más personas venían a la fe y la iglesia crecía día con día.

Claudio (41-54 d.C.)

La primera noticia que tenemos de una decisión imperial que afecto a los cristianos es la de Claudio, y no dirigida contra ellos, sino contra los judíos.[11] Tío del emperador anterior Calígula, Claudio fue proclamado emperador de Imperio Romano por la Guardia Pretoriana y confirmado también por el Senado de ese mismo gobierno imperial. Sus grandes logros le permitieron llevar a cabo una significativa expansión imperial con la conquista de los territorios de Tracia, Mauritania y Britania. Para este mismo tiempo, se ha encontrado información de una posible diáspora que hizo que los cristianos huyeran a diferentes partes del Imperio Romano. El escritor Romano Suetonio afirmaba que Claudio expulsó a los judíos de Roma debido a algunos disturbios en torno a un tal Chrestus.[12] Historiadores de renombren ha reconocido que el término “Chrestus” hace referencia a la persona de Cristo, al cual los ahora judeocristianos habían comenzado a adorar como Dios y como mesías. Su noticia ha quedado registrada en el N.T., donde se dice que Pablo se encontró con un judío llamado Aquila, originario del Ponto, que acababa de llegar de Italia, y con su mujer Priscila, por haber decretado Claudio que todos los judíos saliesen de Roma.[13] Aunque en un principio los cristianos fueron señalados por ser una secta, para los tiempos del emperador Claudio las acusaciones subieron de tono ya que están iban desde ser considerados ateos hasta caníbales. El martirio de muchos cristianos para este tiempo reflejó el odio y el repudio del mismo Imperio Romano y sus testimonios de fe en el Cristo resucitado fue sellado con su propia sangre y a la vista de un pueblo incrédulo. El emperador romano Claudio murió envenenado por su cuarta esposa, Agripina, y Nerón, hijo de Agripina de otro matrimonio, sucede a Claudio como emperador.[14]

Nerón (54-68 d.C.)

Con el paso del tiempo, la persecución de la iglesia se volvió más organizada, generalizada y sanguinaria, lo que había comenzado como sucesos aislados de las autoridades judías, o de turbas judías y gentiles, poco a poco se desarrolló dentro de la política oficial del gobierno romano, que veía el rechazo de los cristianos a participar en la religión estatal como una forma de rebelión.[15] La persecución bajo Nerón fue de enorme importancia, no tanto por su magnitud, sino por haber sido una larga serie de crueldad siempre creciente.[16] Los cristianos además de ser señalados de canibalismo, ateos y barbaros, recibieron acusaciones y fueron señalados como responsables por parte del emperador romano Nerón del incendio en la capital de Roma. Los cristianos fueron culpados por quemar Roma y algunos fueron cubiertos con brea y usados como antorchas vivientes para alumbrar los jardines imperiales durante la noche.[17] Este acontecimiento nuevamente llevaría a los cristianos a sufrir persecución y el martirio. Debido a esto y de forma intencional, los cristianos se volvieron los chivos expiatorios y por órdenes del emperador Nerón eran quemados en la hoguera, algunos eran crucificados y otros eran arrojados a bestias salvajes para ser devorados. De hecho, de estos eventos se tienen tanto evidencia interna como externa de que este evento realmente ocurrió y que los cristianos recibieron palabras de ánimo para estar dispuestos a morir por su fe. En primer lugar, como evidencia interna, es muy posible que Pedro alude a la suerte que corrieron muchos cristianos capturados en Roma en el año 64 d.C., fueron quemados vivos como antorchas para iluminar durante la noche los jardines de Nerón.[18] En su primera carta el apóstol Pedro (1 P. 4:12) hace alusión a estos eventos que ocurrían y animaba a los cristianos a que enfrentaran la persecución de tal forma que fuera evidente en ellos la fe y la gracia que había recibido de Cristo. En segundo lugar, como evidencia externa, fue el historiador Tácito el que, en un conocido pasaje escrito en el año 115, afirma explícitamente que Nerón perseguía a los cristianos y los usaba como cabeza de turco acusándoles de causar el incendio del año 64.[19] Tales acusaciones se expandieron a lo largo y ancho del Imperio Romano, así como la fe de los cristianos comenzaba a extenderte en todo el territorio imperial y el nombre de Cristo estaba siendo conocido por todos estos mártires. También se sabe por documentos que fueron escritos por cristianos de la iglesia primitiva que Pablo el apóstol de los gentiles fue decapitado en Roma durante el reinado de Nerón. Torturaron y mataron miles, entre ellos san Pedro, a quien crucificaron en el año 67 d.C., y san Pablo murió decapitado en el año 68 d.C.[20]

Vespasiano (69-79 d.C.)

Después de un tiempo de oscuridad para los cristianos en los años del gobierno Nerón, las persecuciones no terminaría ahí. El 9 de junio del 68 d.C., tuvo lugar el suicidio del emperador Nerón, pero cuando llegó la noticia hasta Vespasiano, que se encontraba dispuesto a asaltar a Jerusalén, optó el general por detener el curso de las operaciones y finalmente, cuando supo, en el invierno del 68-69, que Galba era el nuevo emperador, envió a su hijo Tito a Roma para rendirle homenaje y recibir órdenes.[21] Tras la muerte de Vitelio, Vespasiano se convertiría en el nuevo emperador del Imperio Romano el 1 de julio del año 69 d.C. El emperador Vespasiano reconocido mayormente por ser quien fue hecha la construcción del famoso Coliseo romano, continuaría con las persecuciones y martirios en contra de los cristianos. Se sabe que para este tiempo, Vespasiano, para castigar a la rebelión judía que se había levantado en ese momento, decidió crear un nuevo impuesto el cual se llamó “judaicus fiscus” y este consistía en el pago por parte de varias provincias alrededor de Roma, impuesto el cual inicialmente era solamente un tributo. Este emperador no solo persiguió a los judíos sino también a los judeocristianos, y se le atribuye la demolición del amado Templo del pueblo judío en Jerusalén en el año 70 d. C., Durante este mismo año Evodio fue nombrado primer obispo de Antioquia.[22]  

Tito (79-81 d.C.)

Después del tiempo del gobierno de Vespasiano, la tiranía de los emperadores romanos y su odio hacia los cristianos se iba acrecentando. Para el periodo del gobierno del emperador Tito la persecución solamente fue hacia los cristianos sino también hacia los judíos. Apenas puede exagerarse el efecto traumático que la toma de Jerusalén por las legiones de Tito causó en los judíos de la época, con ella tuvieron lugar a la destrucción del templo, la desaparición del sanedrín y la interrupción del sistema sacrificial judío.[23] Los judeocristianos continuaban dispersándose por todo el imperio Romano tras su huida de Jerusalén, pero a pesar de la oposición y la opresión la fe cristiana se iba acrecentando en el territorio del Imperio Romano.

Domiciano (81-96 d.C.)

El libro de apocalipsis revela con claridad que fue escrito en tiempos en donde la iglesia sufría persecución por causa de su fe. La persecución de Nerón quedó más o menos confinada a Roma, en tanto que la de Domiciano llego a otras partes del imperio Romano ya que él había enviado al exilio a muchas personas[24] y entre estas, los cristianos. Según la historia dice que en el año 95 d.C., por órdenes el emperador Domiciano al apóstol Juan fue sumergido en una tina de aceite hirviendo, el cual no murió a pesar de ello por lo que Domiciano hizo que Juan, el discípulo amado, fuera exiliado a la isla de Patmos, donde escribió el Libro de las revelaciones o el Apocalipsis. La noticia referida por el historiador Dión Casio, que fue pretor y cónsul en Roma, afirma que bajo Domiciano fueron acusados algunos miembros de la familia imperial y como consecuencia del cargo que ocupaban, estarían al frente de los procesos y condenas contra los cristianos.[25] Para este tiempo los cristianos seguían siendo acusados de ateísmo y no debido a que negaban intelectualmente la realidad de los dioses romanos sino que se negaban a rendirles honores a dichos dioses del imperio y al mismo emperador que se consideraba de calidad divina. El monoteísmo cristocéntrico de los cristianos fue la mayor razón por la cual el ojo de los romanos vino a desatar su celo y su enojo a lo que ellos consideraban como actos de rebeldía. Según un registro de Tertuliano alude que el martirio de Antipas ocurrió durante el gobierno de Domiciano. Tras su muerte Antipas fue elogiado por Juan el discípulo amado cuando escribió el Apocalipsis (Ap. 2:13). A la muerte del emperador Domiciano los mismos asesinos de este designaron al jurista Marco Cocceyo Nerva quien gobernó durante un periodo de dos años.

Trajano (98-117 d.C.)

Tanto los ataques como las persecuciones continuaron en contra de los cristianos para el siglo segundo, para ello, la tarea de defender la fe ante esta clase de ataques produjo algunas de las más notables obras teológicas, una de las cuales de las más antiguas apologías que ha llegado hasta nuestros días es el Discurso a Diogneto.[26] Los apologistas que surgieron durante esta época defendieron la causa cristiana no solo de una forma cognitiva sino con su vida misma. W. M. Ramsay señaló que no era infrecuente que los eruditos en su generación asumieran que los romanos habían perseguido inicialmente a los cristianos en la época del emperador Trajano en el año 112 d.C., la carta de Trajano a Plinio el joven indicaba la existencia de esa persecución.[27] Unos de los nombres que defendieron la causa cristiana fue Taciano, quien fue un discípulo de Justino partir, Atenágoras y el obispo de Antioquia, Teófilo. Se sabe por la historicidad que Ignacio quien fue obispo de Antioquia y sufrió martirio por su fe en Cristo, conoció a todos los apóstoles y se hallaba en el grupo de acción (en otras palabras, un discípulo) de Policarpo quien fue discípulo del apóstol Juan.[28] Apresado por los años 106-107 por el legado imperial, en virtud de su pertenencia al pueblo cristiano, fue destinado a ser llevado a Roma junto a otros prisioneros, entre los que se encontraban más cristianos, dos hombres de ellos nos son conocidos como: Zósimo y Rufo.[29] Pero las persecución y martirio de los cristianos no terminaría ahí.

Publio Elio Adriano (117-138 d.C.)

El reinado de Adriano que siguió a Trajano también fue un tiempo de persecución y opresión para los cristianos. Aunque estas persecuciones estuvieron limitadas a un lugar geográfico y fueron de corta duración, el desprecio hacia los cristianos seguía siendo notorio. Durante un breve periodo, del 119 al 121, el historiador Suetonio trabajó como secretario del emperador Adriano.[30] Según una tradición, en un intento de borrar el recuerdo de los lugares cristianos sagrados, Adriano construyó santuarios romanos sobre ellos, erigió un templo en honor a Júpiter y Venus sobre el lugar donde los cristinos decían que Jesús había sido enterrado.[31] Se tienen noticas que Simón, hijo de Cleofás, pariente de nuestro Señor Jesucristo fue acusado por sus enemigos de ser cristiano y fue martirizado en el año 120 d.C., el obispo de Cesarea, Eusebio fue también atormentado por varios días y este fue crucificado por su fe en Cristo.

Antonino Pio (138-161 d.C.)

A la muerte del emperador Adriano, Antonino Pio toma el poder del Imperio Romano y la persecución sobre los cristianos y sus martirios no cesaron. Según informes corría aproximadamente el año 155 d.C., y una persecución se estaba llevando a cabo por parte del reinado del emperador romano Antonino. Dicha persecución se había llevado a cabo en la localidad de Esmirna y muchos cristianos habían sido martirizados, uno de los cuales había sido un hombre llamado Policarpo. Policarpo fue un discípulo de Juan y sucumbió al martirio a la edad de 86 años a causa de su tenaz devoción a Cristo y las Escrituras.[32] Los cristianos al negarse adorar a los dioses del emperador, fue la razón máxima para su condensación y su martirio.


Marco Aurelio (161-180 d.C.)

En el año 161 Marco Aurelio asciende al trono del Imperio Romano. Durante este tiempo un grupo conocido como los barbaros comenzaron a realizar ataques y saquearon todas las regiones fronterizas. Tales eventos fueron considerados como castigo de parte de los dioses romanos hacia este mismo imperio. En época de Marco Aurelio, un autor erudito de quien solo sabemos que se llamaba Celso compuso contra los cristianos un tratado que llamó: “La verdadera”.[33] En un rescripto promulgado en el 176-177 Marco Aurelio prohibió la difusión de los cultos nuevos que ponían en peligro la religión del Estado.[34] Aunque no era directamente una orden de persecución en contra de los cristianos, pero esta misma llevaba esa tonalidad de forma implícita en contra de la fe cristiana la cual asumía que los problemas por los que atravesaba el Imperio era principalmente por la desobediencia de los cristianos que se negaban a adorar otros dioses. La persecución y el martirio pendían constantemente sobre los cristinos, como una espada de Damocles.[35] Los apologistas cristianos fueron los primeros en defender la causa de la fe cristiana en contra del paganismo secular del Imperio. Alrededor del año 150 d.C. Justino Mártir presentó su defensa del cristianismo ante el emperador Antonino Pio en el que Justino suponía debía estar preservado en los archivos imperiales.[36] Reconocido como uno de los primeros apologistas cristianos. Justino fue martirizado en el año 165 d.C. a causa de fe en Cristo. Justamente con el Caritón, Caridad, Evelpisto, Hierax, Peón y Liberto, fueron igualmente condenados junto con Justino Mártir, por Junio Rústico, que era el prefecto de Roma.

En el 177, Eusebio dice que comenzaron a difundirse rumores en el sentido de que los cristianos estaban comprometidos en festines caníbales y episodios de insecto.[37] Dichas acusaciones, llevó al arresto y el juicio que tuvo como resultado el martirio de cristianos en Asia y en Frigia, de los cuales Ireneo de Lyon y Vienne forman parte de la lista de los martirizados.

Septimio Severo (193-211 d.C.)

Debido a las amenazas de los barbaros y grupos disidentes dentro del mismo imperio llevaron nuevamente a otra guerra civil en el Imperio Romano. Séptimo Severo como emperador del momento El más famoso de los martirios de esa época es el de Perpetua y Felicidad que tuvo lugar alrededor del año 203.[38] También hay informes que Revocato, Secúndalo y Saturnino perecieron durante este mismo. El crimen por el cual acusaban a estos 5 jóvenes cristianos no era precisamente por el hecho de ser cristianos recién convertidos, sino por su desobediencia hacia la orden imperial, la cual exigía la adoración de los demás dioses del Imperio Romano. Los mártires varones fueron lanzados a fieras salvajes las cuales les propiciaron una muerte rápida. Entre los martirizados de esta época hay que considerar a numerosos cristianos en Egipto, que perecieron en el estadio de Alejandría en medio de toda clase de tormentos.[39]

Maximino (235-238 d.C.)

Otra de las más crueles persecuciones en las que los cristianos fueron igualmente martirizados fue en la época del gobierno de Maximino. Eusebio nos informa que Maximino culpó a los jefes de la iglesia de las enseñanzas del evangelio. Ponciano, el obispo de Roma y el teólogo Hipólito fueron deportados a Cerdeña durante el gobierno de Maximino y posteriormente murieron. Orígenes escribió su obra Exhortación al Martirio, dedicado a su amigo Ambrosio y al presbiterio de Cesarea Protecteo, ambos padecieron unos extraordinarios sufrimientos en la persecución y confesaron notablemente su fe en el reinado de Maximino.[40] La persecución en contra de todos aquellos que profesaban la fe cristiana no hacía distinción alguna, tanto que líderes eclesiales como creyentes comunes eran perseguidos y martirizados por la causa de Cristo, por la proclamación de la buena noticia del evangelio.

Decio (249-251 d.C.)

Después de un tiempo de opresión y muerte para los cristianos, parecía que la persecución había venido a ser solamente parte de la memoria del pasado, pero fue entonces cuando nuevamente se desató el tormento. Recordado por su cruel persecución hacia los cristianos, Decio es registrado por los historiadores como un personaje cruel que buscó restablecer la gloria antigua del Imperio Romano y ordenó la destrucción de los cristianos. Habiendo tenido un tiempo de calma, tal orden imperial tomó por sorpresa a los cristianos y muchos flaquearon en su fe. Puesto que el propósito de Decio era obligar a la gente a sacrificar, fueron relativamente pocos los que murieron durante esta persecución.[41] En Alejandría hubo una persecución que fue acompaña de saqueos, mientras que en Asía los mártires fueron numerosos: los obispos de Pérgamo, Antioquia, Jerusalén.[42] Se sabe que también Orígenes fue torturado por un tiempo prolongado y por consiguiente fue muerto y en el año 250 fue ejecutado el obispo Fabian. Aunque la persecución duró un breve periodo de tiempo, muchos cristianos padecieron y muchos aceptaron los sacrificios, al igual que otros obtuvieron su certificado de Libellus mediante sobornos para poder salvar sus vidas.

Valeriano (253-260 d.C.)

En el año 251 d.C. Galo sucedió a Decio y la persecución disminuyó, seis años más tarde, bajo Valeriano, antiguo compañero de Decio hubo una nueva persecución.[43] Valeriano había presentado una actitud favorable para los cristianos al grado que varias personas que formaban parte de su corte imperial eran cristianos. Según Dionisio, el cambio de actitud y de política de Valeriano se produjo cuando Macriano, ministro y presidente de los magos egipcios, “lo persuadió para que persiguiera a hombres puros y santos como rivales que le impedían sus propios execrables encantamientos”, remediando la situación financiera del Imperio confiscando los bienes de los cristianos ricos.[44] Valeriano comenzó una persecución en contra de los cristianos y Cipriano, el obispo de Cartago fue decapitado. El obispo de Roma Sixto II, junto con sus diáconos Jenaro, Magno, Vicente y Esteban fueron igualmente decapitados mientras que Lorenzo fue quemado vivo. También fueron martirizados Fructuoso juntamente con sus diáconos Augurio y Eulogio mientras que Domiciano fue exiliado a África juntamente con sus diáconos. Aunque la persecución en los tiempos de Valeriano duró poco tiempo, la persecución y el martirio de los cristianos nuevamente quedó registrado en la historia de la iglesia cristiana. Tanto hombres como mujeres, jóvenes y ancianos, sufrieron azotes o fueron muertos por espada mientras que otros eran quemados por su fe en el Salvador.

Diocleciano (284-305 d.C.)

Tres siglos de persecuciones cada vez más crueles y generalizadas culminaron a principios del siglo IV en el intento sin cuartel del emperador Diocleciano de acabar con la iglesia.[45] Parte personal del ejercito de Diocleciano eran cristianos y muchos de hechos se negaron a realizar algunas ordenanzas y ceremonia militares que tenían una connotación religiosa. Estos cristianos militares eran obligados a realizar actos de sacrificio a los dioses del imperio por lo que en el año 295 d.C. varios cristianos militares murieron por esta causa. Poco después Diocleciano impulsó no sólo la degradación militar, sino también la civil.[46] Para Di Camillo, Diocleciano “fue peor que Decio”, ya que provocó la “Gran persecución” que llevó la matanza de cristianos a todas las áreas del vasto imperio romano sumándole a esto el cobro de impuestos inhumanos que se hizo, llevó a la disminución del número de animales y la muerte de personas, mayormente cristianas fue notoria durante este tiempo. Nuevamente un periodo oscuro cubrió a la iglesia que apenas tomaba un respiro después de tanto sufrimiento.

Constancio y Galerio (principios del siglo IV)

Tanto Constancio como Galerio de acuerdo a la historicidad estos van unidos, ya que el primero gobernó en Occidente y el segundo en Oriente. Ambos continuaron un reinado de terror que incluyó, como mínimo, la destrucción de las iglesias cristianas, así como la destrucción de los propios cristianos. Diocleciano abdicó al trono imperial en 305 d.C., pero sus subordinados y sucesores Galerio y Constancio, siguieron la persecución durante seis meses.[47] Muchos de los grupos cristianos así como familias enteras fueron degolladas, algunos otros eran muertos a espada, mientras que otros eran quemados. Tanto para hombres como para mujeres los sufrimientos y torturas fueron inhumanos y la lista de los mártires cristianos fue acrecentándose al grado que la comunidad cristiana comenzaba a desaparecer.

Conclusión

En el año 313 d.C., el emperador Constantino, junto con Licinio, el gobernador de la parte oriental del imperio romano publicó el edicto de Milán, que concedió total tolerancia para la fe cristiana.[48] A partir de este momento, la comunidad cristiana comenzó a ver un poco de luz y las persecuciones como la opresión cesaron. Los primeros cuatro siglos de la historia de la iglesia están marcados por la persecución y el martirio de sus fieles.

Lo que descubrimos hoy, siglos después, es que la iglesia cristiana desde su nacimiento nunca dejó de ser luz, y ni el martirio y la persecución hizo que desapareciera la fe de aquellos que abrazaron la buena noticia del evangelio de Jesús y con sus propias vidas sellaron su fe. Hoy sabemos que cuando la iglesia ha crecido es porque ha sufrido más persecución. Cuando la iglesia nace y empieza a sufrir persecución en vez de menguar aparece en diversas partes del mundo occidental, evidenciando que la proclamación del evangelio llegará hasta los confines de la tierra, sin importar la oposición de los hombres al plan divino que busca darle salvación a todo aquel que confiese que Jesucristo es el Señor. Para los creyentes del hoy, la misma historia de la iglesia cristiana nos exhorta a comportarnos con valentía, como un testimonio de la persona y obra de Jesucristo en los momentos más difíciles por los cuales podamos atravesar, entendiendo que somos solo peregrinos en este mundo roto, y que una corona y patria eterna nos aguarda al final de esta travesía con nuestro Salvador.

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[1] Justo L. Gonzalez, Historia del Cristianismo. Miami, Florida: Unilit, 2009. 48.

[2] Alfonso Ropero, Mártires y Perseguidores: Historia General de las Persecuciones (siglos I-X). Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010. 229.

[3] Stanley M. Horton, El Libro de los Hechos. Deerfield, Florida: Editorial Vida, 1990. 79

[4] Thomas D. Lea, El Nuevo Testamento: Su Trasfondo y Su Mensaje. El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2004. 270-271. El martirio de Esteban llevo a la persecución contra la iglesia de Jerusalén; todos, salvo los apóstoles que huyeron de la ciudad. (Hch. 8:1).

[5] Craig S. Keener, Comentario del Contexto Cultural de la Biblia: Nuevo Testamento. El Paso Texas: Editorial Mundo Hispano, 2003. 340. 

[6] Justo L. Gonzalez, Historia del Cristianismo. Miami Florida; Unilit, 2009. 49.

[7] Stanley M. Horton, El Libro de los Hechos. Deerfield, Florida: Editorial Vida, 1990. 129

[8] John F. Walvoord, Roy B. Zuck, El Conocimiento Bíblico Un Comentario Expositivo Nuevo Testamento Tomo 2. Puebla, Puebla, México: Ediciones De Las Américas, A.C., 2015. 174.

[9] Thomas D. Lea, El Nuevo Testamento: Su Trasfondo y Su Mensaje. El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2004. 275.

[12] Thomas D. Lea, El Nuevo Testamento: Su Trasfondo y Su Mensaje. El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2004. 17. Es incierto si Suetonio se estaba refiriendo a un judío llamado “Chrestus” o si interpretó mal el nombre “Chrestus” por “Christus”, si lo último es cierto, puede indicar que los judíos no creyentes estaban causando disturbios por la predicación de Jesús con el Cristo.

[13] Alfonso Ropero, Mártires y Perseguidores: Historia General de las Persecuciones (siglos I-X). Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010. 232.

[14] John MacArthur, El Manual Bíblico MacArthur. Nashville Tennessee: Grupo Nelson, 2016. 378.

[15] John MacArthur, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: 1 Pedro a Judas. Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 2017. 13.

[16] Justo L. Gonzalez, Historia del Cristianismo. Miami Florida; Unilit, 2009. 49.

[17] John F. Walvoord, Roy B. Zuck, El Conocimiento Bíblico Un Comentario Expositivo Nuevo Testamento Tomo 4. Puebla, Puebla, México: Ediciones De Las Américas, A.C., 2006. 109.

[18] Craig S. Keener, Comentario del Contexto Cultural de la Biblia: Nuevo Testamento. El Paso Texas: Editorial Mundo Hispano, 2003. 713. 

[19] Michael Wilkins, J.P. Moreland, Jesús Bajo Sospecha. Barcelona, España: Editorial CLIE, 2003. 295. Nótese que Tácito, que odiaba a los cristianos aún más de lo que odiaba a los judíos, sabía que el nombre del movimiento provenía de Cristo, que había sido crucificado (sufrió la pena capital) bajo Poncio Pilato y el reinado de Tiberio. 296.

[22] Alfonso Ropero, Mártires y Perseguidores: Historia General de las Persecuciones (siglos I-X). Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010. 249.

[23] Cesar Vidal, Los Primeros Cristianos. Brentwood, Tennessee: B&H Publishing Group, 2022. 119.

[24] Everett F. Harrison, Comentario Bíblico Moody: Nuevo Testamento. Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 1965. 537.

[25] Alfonso Ropero, Mártires y Perseguidores: Historia General de las Persecuciones (siglos I-X). Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010. 247.

[26] Justo L. Gonzalez, Historia del Cristianismo. Miami Florida; Unilit, 2009. 71.

[27] Thomas D. Lea, El Nuevo Testamento: Su Trasfondo y Su Mensaje. El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2004. 262.

[28] Josh McDowell, Evidencia que Exige un Veredicto. Miami, Florida: Editorial Vida, 1982. 66.

[29] Alfonso Ropero, Mártires y Perseguidores: Historia General de las Persecuciones (siglos I-X). Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010. 249.

[31] Stephen M. Miller, La Guía Completa de la Biblia. Phoenix, Arizona: Casa Promesa, 2007. 358

[32] Josh McDowell, Evidencia que Exige un Veredicto. Miami, Florida: Editorial Vida, 1982. 66.

[33] Justo L. Gonzalez, Historia del Cristianismo. Miami Florida; Unilit, 2009. 68.

[34] Alfonso Ropero, Mártires y Perseguidores: Historia General de las Persecuciones (siglos I-X). Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010. 256.

[35] Justo L. Gonzalez, Historia del Cristianismo. Miami Florida; Unilit, 2009. 67.

[36] Josh McDowell, Evidencia que Exige un Veredicto. Miami, Florida: Editorial Vida, 1982. 87.

[37] Alfonso Ropero, Mártires y Perseguidores: Historia General de las Persecuciones (siglos I-X). Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010. 260.

[38] Justo L. Gonzalez, Historia del Cristianismo. Miami Florida; Unilit, 2009. 105.

[39] Alfonso Ropero, Mártires y Perseguidores: Historia General de las Persecuciones (siglos I-X). Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010. 275.

[40] Alfonso Ropero, Mártires y Perseguidores: Historia General de las Persecuciones (siglos I-X). Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010. 278. 

[41] Justo L. Gonzalez, Historia del Cristianismo. Miami Florida; Unilit, 2009. 107. 

[42] Alfonso Ropero, Mártires y Perseguidores: Historia General de las Persecuciones (siglos I-X). Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010. 282.

[43] Justo L. Gonzalez, Historia del Cristianismo. Miami Florida; Unilit, 2009. 108.

[44] Alfonso Ropero, Mártires y Perseguidores: Historia General de las Persecuciones (siglos I-X). Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010. 287.

[45] John MacArthur, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: 1 Pedro a Judas. Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 2017. 13

[46] Alfonso Ropero, Mártires y Perseguidores: Historia General de las Persecuciones (siglos I-X). Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010. 131.

[47] Jesse Lyman Hurlbut, Historia de la Iglesia Cristiana. Estados Unidos de América: Editorial Vida, 1999. 54.

[48] John MacArthur, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: 1 Pedro a Judas. Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 2017. 13

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