Noviembre 25, 2024 – Hernan Gonzalez
Trasfondo Histórico

El
surgimiento del cristianismo en el primer siglo de nuestra era fue un verdadero
desafío ya que los primeros cristianos se enfrentaron a una diversidad
religiosa las cuales estaban compuestas por diferentes creencias, tradiciones y
prácticas con las que estos grupos fomentaban sus cosmovisiones y sus doctrinas
de forma muy estricta. Aunado a ello, se enfrentaron a las legislaciones
políticas y religiosas de emperadores romanos las cuales no fueron favorables
ni para los judíos ni para los cristianos. Particularmente hacia los
cristianos, las persecuciones fueron cada vez más crecientes ya que las acusaciones
iban desde ser ateos, hasta ser acusados de canibalismo. Para ese entonces, el
cristianismo no era una nueva religión, sino una secta herética dentro del
judaísmo.
Lo
que lo que los historiadores han descubierto a lo largo de los años de
investigación, es que el cristianismo desde sus comienzos, a diferencias de otras
religiones ya existentes, tuvo también que enfrentarse a la oposición y la
persecución la cual no ha dejado de cesar y continua en diversas partes del
mundo hasta nuestros días. La iglesia del primer siglo ha sido para muchos el
pilar que le dio a las futuras generaciones eclesiásticas, la valentía, el
coraje para defender la verdad del evangelio con sus propias vidas. El término
mártir que viene del griego μάρτυς, μάρτυρος (mártys, martyros), que
significaba ‘testigo’, nos da a entender que el martirio era un testimonio de
la fidelidad de las víctimas a sus convicciones de fe y su certeza de que la
muerte no era el fin sino es el paso para estar en la presencia del Salvador
quien había derrotado la muerte y el pecado. Aunque fueron diversos periodos oscuros
de persecución a los que la iglesia cristiana ha tenido que enfrentar, pero en cierta forma Dios uso estos tiempos de persecución para la expanción de la buena noticia del evangelio de Jesucristo en el mundo conocido.

Las
persecuciones en el siglo II y en la primera mitad del III dependían, en primer
lugar, de la variada disposición de las autoridades provinciales.
Para
el primer siglo de nuestra era, la persecución hacia los cristianos ya como una
nueva comunidad religiosa establecida, comenzó, de acuerdo con la historia, cuando
Nerón tomó el poder el Imperio Romano. Se han encontrado información por
historiadores de renombre que cuando el emperador Claudio tomó el poder del Imperio
Romano intentó que la religión de los romanos primitivos predominara y para
ello este comenzaría una persecución en contra de los cristianos lo cual los
llevó a su dispersión. Poco tiempo después de la muerte y resurrección de
Cristo, el autor del libro de los Hechos documenta que la persecución para ese
tiempo ya había comenzado en contra de los cristianos. Los primeros informes
que tenemos sobre la persecución nos dicen que vino de
la mano de los líderes religiosos judíos. El primer mártir registrado y
encontrado dentro de la misma evidencia interna de las Escrituras fue un hombre
llamado Esteban. El sumo Sacerdote (probablemente Caifás) le dio a Esteban la
oportunidad de responder a los cargos, al preguntarle si aquellas cosas eran
así.
Están acusaciones venían por su predicación acerca del Cristo resucitado y su
proclamación del cumplimiento mesiánico que había sido manifestado al mundo. Es
probable que el apedreamiento de Esteban fuera una acción espontánea de la
multitud, algo fuera de la ley.
Este
hecho marcaría un antes y un después en la historia de la iglesia cristiana ya
que a partir de este momento comenzaría la cacería en contra de los fieles
cristianos.
Persecución de los Líderes
Religiosos Judíos hacia los Cristianos

El libro de
los Hechos nos narra los sucesos en cómo se desarrollaron las persecuciones en
contra de los cristianos particularmente por un hombre fariseo de fariseos
llamado Saulo, quien más tarde se convertiría en el tan conocido apóstol Pablo.
Pero paradójicamente, la muerte de Esteban estableció el fundamento para la expansión
del movimiento cristiano fuera de Palestina.
Los
primeros cristianos que experimentaron la persecución a manos de los líderes
jud
íos. Su fe no consistía en la negación del
judaísmo, sino que consistía más bien en la convicción de que la edad
mesiánica, tan esperada por el pueblo hebreo, había llegado.
Es
interesante observar que ante el mandado de “ir y ser testigos en Jerusalén, en
toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hch. 1:8), la
persecución vino a formar parte del plan soberano de Dios para que así el evangelio
fuera proclamado a lo largo y ancho del Imperio Romano. Históricamente se sabe
que desde el año 6 d.C. hasta el 41, Judea fue gobernada por procuradores
enviados por el emperador romano.
Inclusive Lucas, el autor del evangelio que lleva su nombre, nos da datos y
nombres de gobernantes líderes de gobierno y religiosos que nos permiten datar
los acontecimientos desde el nacimiento de Cristo hasta los tiempos del
surgimiento de la primera iglesia primitiva en el libro de los Hechos en
Jerusalén.
Poco tiempo
posterior al martirio de Esteban las persecuciones hacia los cristianos por líderes
religiosos judíos aumentaron y ya no solo eran los judíos quienes perseguían a
los cristianos sino dadas las órdenes del emperador romano, estos se unirían a
perseguir a los cristianos de igual manera. Durante este mismo año (41 d. C.)
Herodes Agripa al convertirse en rey en Judea y Jerusalén comenzó a practicar
fielmente las formalidades y ritos religiosos de los judíos. Su reino cubría
casi la misma extensión que la de su abuelo Herodes el Grande y se le conoce
por haber hecho toda clase de cosas para ganar el favor de los judíos, así que
consideró que era buena bandera política arrestar a los cristianos y ejecutar a
Jacobo. Por
lo registrado por el autor Lucas el martirio de Jacobo significó históricamente
que la persecución en contra de los cristianos ya no solo era por los líderes religiosos
judíos sino también se había unido a ellos algunas de las autoridades del
imperio hasta ese momento más grande conocido, el Imperio Romano.

El Herodes
que martirizó a Jacobo, el hermano de Juan, era Herodes Agripa I, un nieto de
Herodes el Grande, quien busco el favor de los judíos por medio del martirio de
Jacobo y el encarcelamiento de Pedro.
Con
la muerte de líder de la primera iglesia en Jerusalén, Jacobo, los demás líderes
decidieron trasladarse a otras regiones tales como Pela, ciudad ubicada al lado
del río Jordán, mientras que los demás cristianos se comenzaron a dispersar en
otras zonas más alejadas pero dentro del mismo territorio palestino. A pesar de
que la Biblia solo registra el destino de Judas Iscariote y Jacobo, los
primeros líderes eclesiásticos afirmaban que casi todos los demás discípulos
también murieron como mártires asesinados por predicar sobre Jesús.
El cristianismo como una nueva religión establecida con la realidad del Mesías resucitado
comenzaba a tener sus primeros mártires los cuales estuvieron dispuestos a
morir por su fe y por lo que habían vivido y experimentado los seguidores y
testigos oculares del ministerio de nuestro Señor Jesucristo. La persecución y
la opresión fue subiendo de nivel en la media en la que cada vez más y más
personas venían a la fe y la iglesia crecía día con día.
Claudio (41-54 d.C.)

La primera
noticia que tenemos de una decisión imperial que afecto a los cristianos es la
de Claudio, y no dirigida contra ellos, sino contra los judíos.
Tío del emperador anterior Calígula, Claudio
fue proclamado emperador de Imperio Romano por la Guardia Pretoriana y
confirmado también por el Senado de ese mismo gobierno imperial. Sus grandes
logros le permitieron llevar a cabo una significativa expansión imperial con la
conquista de los territorios de Tracia, Mauritania y Britania. Para este mismo
tiempo, se ha encontrado información de una posible diáspora que hizo que los
cristianos huyeran a diferentes partes del Imperio Romano. El escritor Romano
Suetonio afirmaba que Claudio expulsó a los judíos de Roma debido a algunos
disturbios en torno a un tal Chrestus. Historiadores
de renombren ha reconocido que el término “Chrestus” hace referencia a la
persona de Cristo, al cual los ahora judeocristianos habían comenzado a adorar
como Dios y como mesías. Su noticia ha quedado registrada en el N.T., donde se
dice que Pablo se encontró con un judío llamado Aquila, originario del Ponto,
que acababa de llegar de Italia, y con su mujer Priscila, por haber decretado
Claudio que todos los judíos saliesen de Roma. Aunque
en un principio los cristianos fueron señalados por ser una secta, para los
tiempos del emperador Claudio las acusaciones subieron de tono ya que están
iban desde ser considerados ateos hasta caníbales. El martirio de muchos
cristianos para este tiempo reflejó el odio y el repudio del mismo Imperio
Romano y sus testimonios de fe en el Cristo resucitado fue sellado con su
propia sangre y a la vista de un pueblo incrédulo. El emperador romano Claudio
murió envenenado por su cuarta esposa, Agripina, y Nerón, hijo de Agripina de
otro matrimonio, sucede a Claudio como emperador.
Nerón (54-68 d.C.)

Con el paso
del tiempo, la persecución de la iglesia se volvió más organizada, generalizada
y sanguinaria, lo que había comenzado como sucesos aislados de las autoridades
judías, o de turbas judías y gentiles, poco a poco se desarrolló dentro de la
política oficial del gobierno romano, que veía el rechazo de los cristianos a
participar en la religión estatal como una forma de rebelión.
La
persecución bajo Nerón fue de enorme importancia, no tanto por su magnitud,
sino por haber sido una larga serie de crueldad siempre creciente.
Los
cristianos además de ser señalados de canibalismo, ateos y barbaros, recibieron
acusaciones y fueron señalados como responsables por parte del emperador romano
Nerón del incendio en la capital de Roma. Los cristianos fueron culpados por
quemar Roma y algunos fueron cubiertos con brea y usados como antorchas
vivientes para alumbrar los jardines imperiales durante la noche.
Este
acontecimiento nuevamente llevaría a los cristianos a sufrir persecución y el
martirio.
Debido a esto y de forma
intencional, los cristianos se volvieron los chivos expiatorios y por órdenes
del emperador Nerón eran quemados en la hoguera, algunos eran crucificados y
otros eran arrojados a bestias salvajes para ser devorados. De hecho, de estos eventos
se tienen tanto evidencia interna como externa de que este evento realmente
ocurrió y que los cristianos recibieron palabras de ánimo para estar dispuestos
a morir por su fe. En primer lugar, como evidencia interna, es muy posible que
Pedro alude a la suerte que corrieron muchos cristianos capturados en Roma en
el año 64 d.C., fueron quemados vivos como antorchas para iluminar durante la
noche los jardines de Nerón. En
su primera carta el apóstol Pedro (1 P. 4:12) hace alusión a estos eventos que
ocurrían y animaba a los cristianos a que enfrentaran la persecución de tal
forma que fuera evidente en ellos la fe y la gracia que había recibido de
Cristo. En segundo lugar, como evidencia externa, fue el historiador Tácito el
que, en un conocido pasaje escrito en el año 115, afirma explícitamente que
Nerón perseguía a los cristianos y los usaba como cabeza de turco acusándoles
de causar el incendio del año 64.
Tales acusaciones se expandieron a lo largo y ancho del Imperio Romano, así
como la fe de los cristianos comenzaba a extenderte en todo el territorio imperial
y el nombre de Cristo estaba siendo conocido por todos estos mártires. También
se sabe por documentos que fueron escritos por cristianos de la iglesia
primitiva que Pablo el apóstol de los gentiles fue decapitado en Roma durante
el reinado de Nerón. Torturaron y mataron miles, entre ellos san Pedro, a quien
crucificaron en el año 67 d.C., y san Pablo murió decapitado en el año 68 d.C.
Vespasiano (69-79 d.C.)

Después de
un tiempo de oscuridad para los cristianos en los años del gobierno Nerón, las
persecuciones no terminaría ahí. El 9 de junio del 68 d.C., tuvo lugar el
suicidio del emperador Nerón, pero cuando llegó la noticia hasta Vespasiano,
que se encontraba dispuesto a asaltar a Jerusalén, optó el general por detener
el curso de las operaciones y finalmente, cuando supo, en el invierno del 68-69,
que Galba era el nuevo emperador, envió a su hijo Tito a Roma para rendirle
homenaje y recibir órdenes.
Tras
la muerte de Vitelio, Vespasiano se convertiría en el nuevo emperador del
Imperio Romano el 1 de julio del año 69 d.C. El emperador Vespasiano reconocido
mayormente por ser quien fue hecha la construcción del famoso Coliseo romano,
continuaría con las persecuciones y martirios en contra de los cristianos. Se
sabe que para este tiempo, Vespasiano, para castigar a la rebelión judía que se
había levantado en ese momento, decidió crear un nuevo impuesto el cual se
llamó “
judaicus fiscus” y este consistía en el pago por parte de varias
provincias alrededor de Roma, impuesto el cual inicialmente era solamente un
tributo. Este emperador no solo persiguió a los judíos sino también a los judeocristianos,
y se le atribuye la demolición del amado Templo del pueblo judío en Jerusalén
en el año 70 d. C., Durante este mismo año Evodio fue nombrado primer obispo de
Antioquia.
Tito (79-81 d.C.)
Después del
tiempo del gobierno de Vespasiano, la tiranía de los emperadores romanos y su
odio hacia los cristianos se iba acrecentando. Para el periodo del gobierno del
emperador Tito la persecución solamente fue hacia los cristianos sino también
hacia los judíos. Apenas puede exagerarse el efecto traumático que la toma de
Jerusalén por las legiones de Tito causó en los judíos de la época, con ella
tuvieron lugar a la destrucción del templo, la desaparición del sanedrín y la interrupción
del sistema sacrificial judío.
Los judeocristianos continuaban dispersándose por todo el imperio Romano tras
su huida de Jerusalén, pero a pesar de la oposición y la opresión la fe cristiana
se iba acrecentando en el territorio del Imperio Romano.
Domiciano (81-96 d.C.)

El libro de
apocalipsis revela con claridad que fue escrito en tiempos en donde la iglesia
sufría persecución por causa de su fe. La persecución de Nerón quedó más o
menos confinada a Roma, en tanto que la de Domiciano llego a otras partes del
imperio Romano ya que él había enviado al exilio a muchas personas
y
entre estas, los cristianos. Según la historia dice que en el año 95 d.C., por
órdenes el emperador Domiciano al apóstol Juan fue sumergido
en una tina de aceite hirviendo, el cual no murió a pesar de ello por lo
que Domiciano hizo que
Juan, el discípulo amado, fuera exiliado a la isla de Patmos, donde escribió el
Libro de las revelaciones o el Apocalipsis. La noticia referida por el
historiador Dión Casio, que fue pretor y cónsul en Roma, afirma que bajo
Domiciano fueron acusados algunos miembros de la familia imperial y como
consecuencia del cargo que ocupaban, estarían al frente de los procesos y
condenas contra los cristianos.
Para este tiempo los cristianos seguían siendo acusados de ateísmo y no debido
a que negaban intelectualmente la realidad de los dioses romanos sino que se
negaban a rendirles honores a dichos dioses del imperio y al mismo emperador
que se consideraba de calidad divina. El monoteísmo cristocéntrico de los
cristianos fue la mayor razón por la cual el ojo de los romanos vino a desatar
su celo y su enojo a lo que ellos consideraban como actos de rebeldía. Según un
registro de Tertuliano alude que el martirio de Antipas ocurrió durante el
gobierno de Domiciano. Tras su muerte Antipas fue elogiado por Juan el
discípulo amado cuando escribió el Apocalipsis (Ap. 2:13). A la muerte del
emperador Domiciano los mismos asesinos de este designaron al jurista Marco
Cocceyo Nerva quien gobernó durante un periodo de dos años.
Trajano (98-117 d.C.)

Tanto los ataques
como las persecuciones continuaron en contra de los cristianos para el siglo
segundo, para ello, la tarea de defender la fe ante esta clase de ataques
produjo algunas de las más notables obras teológicas, una de las cuales de las más
antiguas apologías que ha llegado hasta nuestros días es el Discurso a
Diogneto.
Los apologistas que
surgieron durante esta época defendieron la causa cristiana no solo de una
forma cognitiva sino con su vida misma. W. M. Ramsay señaló que no era
infrecuente que los eruditos en su generación asumieran que los romanos habían
perseguido inicialmente a los cristianos en la época del emperador Trajano en
el año 112 d.C., la carta de Trajano a Plinio el joven indicaba la existencia
de esa persecución.
Unos
de los nombres que defendieron la causa cristiana fue Taciano, quien fue un
discípulo de Justino partir, Atenágoras y el obispo de Antioquia, Teófilo. Se
sabe por la historicidad que Ignacio quien fue obispo de Antioquia y sufrió
martirio por su fe en Cristo, conoció a todos los apóstoles y se hallaba en el
grupo de acción (en otras palabras, un discípulo) de Policarpo quien fue
discípulo del apóstol Juan.
Apresado
por los años 106-107 por el legado imperial, en virtud de su pertenencia al
pueblo cristiano, fue destinado a ser llevado a Roma junto a otros prisioneros,
entre los que se encontraban más cristianos, dos hombres de ellos nos son
conocidos como: Zósimo y Rufo.
Pero
las persecución y martirio de los cristianos no terminaría ahí.
Publio Elio Adriano (117-138
d.C.)
El reinado de
Adriano que siguió a Trajano también fue un tiempo de persecución y opresión
para los cristianos. Aunque estas persecuciones estuvieron limitadas a un lugar
geográfico y fueron de corta duración, el desprecio hacia los cristianos seguía
siendo notorio. Durante un breve periodo, del 119 al 121, el historiador
Suetonio trabajó como secretario del emperador Adriano.
Según
una tradición, en un intento de borrar el recuerdo de los lugares cristianos
sagrados, Adriano construyó santuarios romanos sobre ellos, erigió un templo en
honor a Júpiter y Venus sobre el lugar donde los cristinos decían que Jesús
había sido enterrado.
Se
tienen noticas que Simón, hijo de Cleofás, pariente de nuestro Señor Jesucristo
fue acusado por sus enemigos de ser cristiano y fue martirizado en el año 120 d.C.,
el obispo de Cesarea, Eusebio fue también atormentado por varios días y este
fue crucificado por su fe en Cristo.
Antonino Pio (138-161 d.C.)
A la muerte del
emperador Adriano, Antonino Pio toma el poder del Imperio Romano y la persecución
sobre los cristianos y sus martirios no cesaron. Según informes corría
aproximadamente el año 155 d.C., y una persecución se estaba llevando a cabo
por parte del reinado del emperador romano Antonino. Dicha persecución se había
llevado a cabo en la localidad de Esmirna y muchos cristianos habían sido
martirizados, uno de los cuales había sido un hombre llamado Policarpo. Policarpo
fue un discípulo de Juan y sucumbió al martirio a la edad de 86 años a causa de
su tenaz devoción a Cristo y las Escrituras.
Los
cristianos al negarse adorar a los dioses del emperador, fue la razón máxima
para su condensación y su martirio.
Marco Aurelio (161-180 d.C.)

En el año 161 Marco
Aurelio asciende al trono del Imperio Romano. Durante este tiempo un grupo
conocido como los barbaros comenzaron a realizar ataques y saquearon todas las
regiones fronterizas. Tales eventos fueron considerados como castigo de parte
de los dioses romanos hacia este mismo imperio. En época de Marco Aurelio, un
autor erudito de quien solo sabemos que se llamaba Celso compuso contra los
cristianos un tratado que llamó: “La verdadera”.
En un rescripto promulgado en el 176-177 Marco Aurelio prohibió la difusión de
los cultos nuevos que ponían en peligro la religión del Estado.
Aunque no era directamente una orden de persecución en contra de los
cristianos, pero esta misma llevaba esa tonalidad de forma implícita en contra
de la fe cristiana la cual asumía que los problemas por los que atravesaba el Imperio
era principalmente por la desobediencia de los cristianos que se negaban a
adorar otros dioses. La persecución y el martirio pendían constantemente sobre
los cristinos, como una espada de Damocles.
Los
apologistas cristianos fueron los primeros en defender la causa de la fe
cristiana en contra del paganismo secular del Imperio. Alrededor del año 150
d.C. Justino Mártir presentó su defensa del cristianismo ante el emperador
Antonino Pio en el que Justino suponía debía estar preservado en los archivos
imperiales.
Reconocido como uno de
los primeros apologistas cristianos. Justino fue martirizado en el año 165 d.C.
a causa de fe en Cristo. Justamente con el Caritón, Caridad, Evelpisto, Hierax,
Peón y Liberto, fueron igualmente condenados junto con Justino Mártir, por Junio
Rústico, que era el prefecto de Roma.
En el 177,
Eusebio dice que comenzaron a difundirse rumores en el sentido de que los cristianos
estaban comprometidos en festines caníbales y episodios de insecto. Dichas
acusaciones, llevó al arresto y el juicio que tuvo como resultado el martirio
de cristianos en Asia y en Frigia, de los cuales Ireneo de Lyon y Vienne forman
parte de la lista de los martirizados.
Septimio Severo (193-211 d.C.)
Debido a las
amenazas de los barbaros y grupos disidentes dentro del mismo imperio llevaron
nuevamente a otra guerra civil en el Imperio Romano. Séptimo Severo como
emperador del momento El más famoso de los martirios de esa época es el de
Perpetua y Felicidad que tuvo lugar alrededor del año 203.
También
hay informes que Revocato, Secúndalo y Saturnino perecieron durante este mismo.
El crimen por el cual acusaban a estos 5 jóvenes cristianos no era precisamente
por el hecho de ser cristianos recién convertidos, sino por su desobediencia
hacia la orden imperial, la cual exigía la adoración de los demás dioses del
Imperio Romano. Los mártires varones fueron lanzados a fieras salvajes las
cuales les propiciaron una muerte rápida. Entre los martirizados de esta época
hay que considerar a numerosos cristianos en Egipto, que perecieron en el
estadio de Alejandría en medio de toda clase de tormentos.
Maximino (235-238 d.C.)
Otra de las más
crueles persecuciones en las que los cristianos fueron igualmente martirizados
fue en la época del gobierno de Maximino. Eusebio nos informa que Maximino culpó
a los jefes de la iglesia de las enseñanzas del evangelio. Ponciano, el obispo
de Roma y el teólogo Hipólito fueron deportados a Cerdeña durante el gobierno
de Maximino y posteriormente murieron. Orígenes escribió su obra
Exhortación
al Martirio, dedicado a su amigo Ambrosio y al presbiterio de Cesarea
Protecteo, ambos padecieron unos extraordinarios sufrimientos en la persecución
y confesaron notablemente su fe en el reinado de Maximino.
La
persecución en contra de todos aquellos que profesaban la fe cristiana no hacía
distinción alguna, tanto que líderes eclesiales como creyentes comunes eran
perseguidos y martirizados por la causa de Cristo, por la proclamación de la
buena noticia del evangelio.
Decio (249-251 d.C.)

Después de un
tiempo de opresión y muerte para los cristianos, parecía que la persecución había venido a ser
solamente parte de la memoria del pasado, pero fue entonces cuando nuevamente se
desató el tormento. Recordado por su cruel persecución hacia los cristianos,
Decio es registrado por los historiadores como un personaje cruel que buscó restablecer
la gloria antigua del Imperio Romano y ordenó la destrucción de los cristianos.
Habiendo tenido un tiempo de calma, tal orden imperial tomó por sorpresa a los
cristianos y muchos flaquearon en su fe. Puesto que el propósito de Decio era
obligar a la gente a sacrificar, fueron relativamente pocos los que murieron
durante esta persecución.
En
Alejandría hubo una persecución que fue acompaña de saqueos, mientras que en
Asía los mártires fueron numerosos: los obispos de Pérgamo, Antioquia,
Jerusalén.
Se sabe que también Orígenes
fue torturado por un tiempo prolongado y por consiguiente fue muerto y en el
año 250 fue ejecutado el obispo Fabian. Aunque la persecución duró un breve periodo
de tiempo, muchos cristianos padecieron y muchos aceptaron los sacrificios, al
igual que otros obtuvieron su certificado de
Libellus mediante sobornos para
poder salvar sus vidas.
Valeriano (253-260 d.C.)

En el año 251
d.C. Galo sucedió a Decio y la persecución disminuyó, seis años más tarde, bajo
Valeriano, antiguo compañero de Decio hubo una nueva persecución.
Valeriano
había presentado una actitud favorable para los cristianos al grado que varias
personas que formaban parte de su corte imperial eran cristianos. Según
Dionisio, el cambio de actitud y de política de Valeriano se produjo cuando
Macriano, ministro y presidente de los magos egipcios, “lo persuadió para que
persiguiera a hombres puros y santos como rivales que le impedían sus propios
execrables encantamientos”, remediando la situación financiera del Imperio
confiscando los bienes de los cristianos ricos.
Valeriano comenzó una persecución en contra de los cristianos y Cipriano, el
obispo de Cartago fue decapitado. El obispo de Roma Sixto II, junto con sus
diáconos Jenaro, Magno, Vicente y Esteban fueron igualmente decapitados
mientras que Lorenzo fue quemado vivo. También fueron martirizados Fructuoso
juntamente con sus diáconos Augurio y Eulogio mientras que Domiciano fue exiliado
a África juntamente con sus diáconos. Aunque la persecución en los tiempos de Valeriano
duró poco tiempo, la persecución y el martirio de los cristianos nuevamente quedó
registrado en la historia de la iglesia cristiana. Tanto hombres como mujeres, jóvenes
y ancianos, sufrieron azotes o fueron muertos por espada mientras que otros
eran quemados por su fe en el Salvador.
Diocleciano (284-305 d.C.)

Tres siglos de
persecuciones cada vez más crueles y generalizadas culminaron a principios del
siglo IV en el intento sin cuartel del emperador Diocleciano de acabar con la
iglesia.
Parte personal del
ejercito de Diocleciano eran cristianos y muchos de hechos se negaron a
realizar algunas ordenanzas y ceremonia militares que tenían una connotación
religiosa. Estos cristianos militares eran obligados a realizar actos de
sacrificio a los dioses del imperio por lo que en el año 295 d.C. varios
cristianos militares murieron por esta causa. Poco después Diocleciano impulsó
no sólo la degradación militar, sino también la civil.
Para
Di Camillo, Diocleciano “fue peor que Decio”, ya que provocó la “Gran
persecución” que llevó la matanza de cristianos a todas las áreas del vasto
imperio romano sumándole a esto el cobro de impuestos inhumanos que se hizo,
llevó a la disminución del número de animales y la muerte de personas,
mayormente cristianas fue notoria durante este tiempo. Nuevamente un periodo
oscuro cubrió a la iglesia que apenas tomaba un respiro después de tanto
sufrimiento.
Constancio y Galerio (principios
del siglo IV)
Tanto Constancio
como Galerio de acuerdo a la historicidad estos van unidos, ya que el primero
gobernó en Occidente y el segundo en Oriente. Ambos continuaron un reinado de
terror que incluyó, como mínimo, la destrucción de las iglesias cristianas, así
como la destrucción de los propios cristianos. Diocleciano abdicó al trono
imperial en 305 d.C., pero sus subordinados y sucesores Galerio y Constancio,
siguieron la persecución durante seis meses.
Muchos
de los grupos cristianos así como familias enteras fueron degolladas, algunos
otros eran muertos a espada, mientras que otros eran quemados. Tanto para hombres
como para mujeres los sufrimientos y torturas fueron inhumanos y la lista de
los mártires cristianos fue acrecentándose al grado que la comunidad cristiana comenzaba
a desaparecer.
Conclusión
En el año 313
d.C., el emperador Constantino, junto con Licinio, el gobernador de la parte
oriental del imperio romano publicó el edicto de Milán, que concedió total
tolerancia para la fe cristiana. A
partir de este momento, la comunidad cristiana comenzó a ver un poco de luz y
las persecuciones como la opresión cesaron. Los primeros cuatro siglos de la
historia de la iglesia están marcados por la persecución y el martirio de sus
fieles.

Lo que descubrimos hoy, siglos después, es que la iglesia cristiana
desde su nacimiento nunca dejó de ser luz, y ni el martirio y la persecución
hizo que desapareciera la fe de aquellos que abrazaron la buena noticia del
evangelio de Jesús y con sus propias vidas sellaron su fe. Hoy sabemos que cuando
la iglesia ha crecido es porque ha sufrido más persecución. Cuando la iglesia
nace y empieza a sufrir persecución en vez de menguar aparece en diversas
partes del mundo occidental, evidenciando que la proclamación del evangelio llegará
hasta los confines de la tierra, sin importar la oposición de los hombres al
plan divino que busca darle salvación a todo aquel que confiese que Jesucristo
es el Señor. Para los creyentes del hoy, l
a misma historia de la iglesia cristiana
nos exhorta a comportarnos con valentía, como un testimonio de la persona y
obra de Jesucristo en los momentos más difíciles por los cuales podamos atravesar,
entendiendo que somos solo peregrinos en este mundo roto, y que una corona y
patria eterna nos aguarda al final de esta travesía con nuestro Salvador.
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