Octubre 30, 2024 – Hernan Gonzalez

El tema de
la profecía bíblica es considerado por muchos como algo místico y misterioso.
Sin lugar a dudas, la historicidad confirma que la forma de revelación de Dios
en la antigüedad fue mediante visiones concebidas a hombres en particular que
fueron el instrumento de Él. Esencialmente la profecía es una palabra
procedente de Dios, una inspiración divina que sobrecoge a determinados
personajes y les lleva a confrontar a los demás con un mensaje no solamente
predictivo, sino parenético, referido acontecimientos presentes y futuros.
La
profecía fue una forma de manifestación para revelar los eventos futuros del
pueblo de Dios y el mundo en general. Daniel es el último y más breve de los
Profetas Mayores. Su escrito nos da un panorama de los tiempos y eventos que ha
ratificado la historia y tiempos que aún están por venir. El material profético
presentado por Daniel, nos enseña de forma sublima la entronización de Dios como
el Anciano de días y como Aquel que ha de venir para establecer Su reino para
siempre. También el que contiene el menor porcentaje de material predictivo:
sus 58 predicciones separadas involucran solo 162 de los 357 versículos del
libro, o un modesto 45 por ciento.
Las
profecía de las 70 semanas que se encuentra registrada en el libro de Daniel es
una de las profecías que ha sido de mayor interes y controversia entre los
estudiosos y eruditos de la Biblia. Sin lugar a dudas, en tiempo cronológico se
ha intentado establecer dicha profecía, el punto de vista de los críticos, han
desarrollado sus hipótesis para intentar establecer esta profecía y saber en
qué punto en la historia nos encontramos.
Trasfondo Histórico De La Profesía de Daniel

De acuerdo
con la historia bíblica, Daniel fue un hombre que vivió en la época cuando
ocurrieron los eventos la caída de Judá y la destrucción de Jerusalén
aproximadamente en el 586 a.C., después de haber sido tomada la ciudad por el
rey de Nabucodonosor y derrotar al rey de Judá Joacim. Aun y apesar del exilio Daniel,
se convertiría en el portavoz de Dios y tanto su ministerio como su llamado
comenzó estando él en Babilonia. Observamos que el libro de Daniel es portador
de un mensaje de juicio en la época del profeta Nabucodonosor, Belsasar, Darío
y Ciro.
El
adentrarnos a la historia y establecer un tiempo cronológico para cada evento
nos permitirá tener un mejor marco para poder interpretar las profecías. En la
antigüedad, Dios daba sus mensajes para su pueblo a través de hombres
mayormente conocidos como profetas. En efecto, el término técnico (
hazon) para la revelación divina, es como
algo presentado entre los ojos de la mente del profeta. El profeta, acorde a la
palabra de Dios, no era solo aquel que prevé y que predice eventos futuros,
sino más bien era la persona que hablaba por Dios o de parte de Dios para dar a
conocer la voluntad del Creador. La manera en como Dios se manifestaba en
tiempos antiguos, era con un propósito del cual, las personas de aquel
entonces, les era difícil comprender. Para Daniel la revelación y la
manifestación de Dios fue algo único, pero sobre todo, esta sería la forma en
como el Creado trabajaría con los seres humanos tanto para su redención como
para su salvación, de lo cual también marcaría un antes y un después en la
historia, tanto de Daniel, como la de su pueblo Israel y la de sus enemigos. En
una sociedad donde el paganismo era algo común, era plausible que el verdadero
Dios se diera a conocer, después de todo, si Dios existe, ¿no era de esperarse
su revelación? La revelación en la visión que recibió Daniel de las setenta
semanas, nos da un panorama histórico y con miras hacia un futuro de redención.
Daniel recibió esta profecía sumamente compleja y de una precisión sorprendente
es la respuesta a la oración de Daniel, no con referencia a la historia
cercana, sino mostrando el futuro de Israel en el final de los tiempos.
Aunque
parece un poco confusa las cifras numéricas que vemos representadas en esta
profecía, el propósito de ella, en sí, es el anunciar los acontecimientos que
habrían de ocurrir en tiempos futuros posteriores a Daniel y la venida del
Salvador, los cuales ya están establecidos dentro de Su plan soberano.

La profecía
comienza con el anuncio por parte del varón Gabriel. Es interesante ver la
representación de una profecía en un tiempo cronológico y numérico ya que
posiblemente nos puede ayudar para establecer con un poco de mayor exactitud y
determinar el cumplimiento de toda la profecía. La profecía se centraliza en un
marco de tiempo de 70 semanas. Setenta en el hebreo tiene dos vocablos
distintos, aunque de la misma raíz, para decir siete:
shéba, que significa simplemente 7, y cuyo plural (
shibin) es la segunda palabra del
versículo 24 en el hebreo, y shabúa, que significa un conjunto o periodo de
siete (días, años, etc.).
Por
lo tanto, acorde al idioma original la palabra hebrea para semana (
shabu’im), “sietes”, significa “sietes”
de años, nos establece como interpretar esta profecía. Por lo registrado en el
libro de Daniel, la visión de la profecía de las setenta semanas vino darla a
conocer un varón de nombre Gabriel en el comienzo del reinado de Darío. Esto es
aproximadamente en el 538 a. C. 67 años después de que Daniel fuese llevado de
Palestina a Babilonia. Según Tolomeo Ciro el persa reinó nueve años después de
Nabónidas.
De
acuerdo a otras fuentes históricas que han prevalecido con el correr de los
años a parte de la Biblia, el nombre de Darío el medo no es mencionado, y
también corroboran que no hay intervalo de tiempo para Belsasar, ni para Nabódino.
Por lo revelado en la palabra de Dios y según algunos eruditos, en el año 607
a.C. el profeta Jeremías había profetizado por primera vez los 70 años de
cautividad por el cual el pueblo de Judá pasaría (Jer. 25:11-12; 29:10). Esta
postura coincide con los tiempos del rey Ciro, quien fue el libertador que proclamó
el decreto de liberación del pueblo de Dios aproximadamente el año 538 a.C. Sin
precedentes, el anuncio de esta profecía, dejó establecido el tiempo en el cual
Dios estaría preparando el escenario para Su venida y establecer Su reino para
siempre. El simbolismo en la descripción de la profecía presenta un orden
preciso en los eventos que debían acontecer después de ese momento de la
revelación.
¿Cómo
Se Ha intentado Resolver Este Enigma Histórico?

Hay dos
enfoques fundamentales para la interpretación de las “semanas” (lit, “sietes”),
como periodos simbólicos de tiempo o como periodos literales de tiempo.
La
profecía de las setenta semanas de Daniel de deben verse en una secuencia de
semanas de años. Muchos eruditos interpretan que los “setenta conjuntos” son 70
años. De modo que “70 conjuntos de 7” serían 70 años por 7, es decir, 490 años.
Sin embargo, otros consideran que los números son simbólicos, es decir, que
todos estos acontecimientos tienen lugar en el tiempo perfecto de Dios.
El
total de las 70 semanas se interpreta en semanas de años, 7 semanas que
representa 49 años, las siguientes 62 semanas representan un periodo de tiempo
de 434 años, y una últimas semana más que representa 7 años, dando así un total
de 490 años que es el tiempo que abarca toda la profecía de Daniel. Por su
parte, la élite de los escritos antiguos de los judíos, poseen un libro
conocido mayormente como Jubileos. Este libro judío está considerado que su
origen es del tiempo del periodo intertestamentario, en su contenido, este
libro también estructura toda la historia en un periodo de tiempo de 490 años.
Las setenta
semanas de la profecía estan divididas en tres partes. Para el comienzo de este
análisis, hay dos posibles hipótesis. De acuerdo con la historicidad bíblica,
la primera serie de siete semanas que equivale a 49 años de tiempo, tuvo su comienzo
en la destrucción de Jerusalén en el año 586 a. C. La otra postura es que esta
profecía se atribuye a que tuvo su comienzo en el 457 a.C. Los historiadores
bíblicos que han desarrollado estas dos posibles hipótesis, han encontrados
posibles discrepancias para determinar el tiempo preciso en el cual tuvo su
comienzo la profecía. Las siete semanas de años que comienza la revelación del
Nuevo Testamento, se pasan rapidamente, a fin de que el énfasis principal
descanse en la semana mesiánica. El
punto principal para la interpretación de estas primeras siete semanas, se
centraliza en encontrar el punto de partida de dicha profecía.

A
consideración de ambas posturas, una segunda referencia que nos adentra a la
segunda etapa de la profecía de las setenta semanas, son las 62 semanas que
equivalen a 434 años. Al final de este periodo de tiempo, su cumplimiento será
en la venida del tan esperado Mesías príncipe al cual se le quitará la vida
(Dan. 9:26). La primera hipótesis que los eruditos defienden, es porque su
argumento más fuerte es que el decreto que fue emitido por Artajerjes I durante
su séptimo año de su reinado, ocurrió aproximadamente en el año 457 a.C.,
argumento que es reforzado por la evidencia interna de las Sagradas Escrituras registrado
en el libro de Esdras (7:12-26). Si se toma en cuenta estas referencias como punto
de partida, al realizar un sumario de los valores establecidos, los 49 años (7
semanas) donde se completaron las calles y el muro alrededor de Jerusalén en el
408 a.C., de acuerdo con lo descrito en el versículo 25 del capítulo 9 de
Daniel, y si a esto le sumamos 434 años (62 semanas), nos da una suma total de 434
años, esta secuencia nos da como resultado un valor de 483 años lo que
equivaldría a 69 semanas de la profecía. Con una secuencia continua da como
resultado 483 años, desde el 457 a.C. hasta el 27 d.C., o aproximadamente el
comienzo del ministerio público de tres años de Cristo.
Una Segunda Intepretación
La segunda
hipótesis que los eruditos postulan, se argumenta basándose en el mandado
decretado por el rey Artajerjes I que realizó durante su séptimo año de su
reinado, lo cual nos lleva a un tiempo remoto del 444 a.C. Esta fecha coincide
con lo registrado en el libro de Nehemías 2:1. Siguiendo esta misma línea de
tiempo, con esta misma hipótesis y utilizando el año lunar que consta de 360
días acorde al calendario judío, esto nos lleva a una fecha aproximada del año
33 d.C., fecha a la que la mayoría de los historiadores y eruditos, coinciden
en que murió el Cristo. A decir verdad, cada hipótesis tiene sus postulaciones
y argumentos de forma cronología que la historicidad puede confirmar, ya que el
registro básico es consistente, ¿Pero que hay de la semana 70? ¿En qué momento
en la historia se confirman los hechos de la profecía en su totalidad? ¿Tienen
alguna relación con otras profecías? Aunque son diversas las incógnitas que se
hacen respecto a la semana 70, por los mismos registros de la profecía en el
libro de Daniel, nos dan todas las pistas necesarias para la interpretación
correcta de dicha revelación. Daniel registra que para la última semana de toda
la profecía, se hará un pacto firme con muchos por una semana refiriendo a
Israel, tiempo que equivaldría a 7 años, pero que a la mitad de la semana este
pacto será quebrantado. Lo registrado en las Escrituras nos dice que al en la
profecía de las setenta semanas, aparecerá en el escenario mundial, un
personaje al cual Daniel lo describe como el príncipe, y de acuerdo con los
expertos y estudiosos de la Biblia, este personaje es identificado como el
anticristo.

Este hecho
es importante, porque para la mayoría de los académicos, los eventos
relacionados a la semana 70, tienen cierta conexión con otras profecías
registradas en otras partes de las Escrituras. Los amilenaristas enseñan que
Cristo realizó su ministerio cuando vino por primera vez durante la semana
setenta y que no hay ningún intervalo entre la semana 69 y la semana 70, y que
por lo tanto, los siete eventos de Daniel profetizó en 9:24 ya se estaba
cumpliendo en la iglesia.
Aunque
parece razonable esta postura, la falla en su argumento es precisamente en
ignorar otros hechos registrados en toda la profecía. Hay 6 acontecimientos que
deben suceder a lo largo de las 69 semanas, que es un equivalente a 483 años.
Lo primero que había de suceder era terminar la prevaricación. Lo segundo sería
que se le tendría que poner fin al pecado. Lo siguiente en la profecía era que
se debía expiar la iniquidad y enseguida traer la justicia perdurable. Las
últimas dos cosas que debían suceder durante este periodo de tiempo, era que se
debía sellar la visión y la profecía revelada y ungir al Santo de los santos,
haciendo referencia a la venida del Salvador y Mesías. Los amilenaristas
consideran que la profecía de la semana setenta ya fue cumplida con la iglesia
en el escenario, pero esta interpretación tiene poca consistencia y debido a
que el ministerio de Cristo aquí en la tierra no duro siete años, ni tampoco
cesaron los sacrificios. Por otra parte, algo que no podemos ignorar es que este
mensaje es exclusivamente para Israel y Jerusalén y no tiene que ver la
iglesia.
Una pregunta que también
surge al interpretar esta profecía en tiempo cronológico es ¿A la luz de que
calendario se fue revelada esta visión al profeta? ¿Fue el calendario judío o
el calendario gregoriano? Aunque es una sugerencia para algunos, al analizar y
hacer un sumario de los valores acorde a ambos calendarios, obtenemos el mismo
resultado de 483 años.

En primer
lugar, si tomamos como base el calendario judío (calendario lunar) el cual
contiene 360 días por año, la suma de los valores exponenciales en múltiplos de
7, (7 semanas x7) más (62 semanas x 7) obtenemos un total de 483 años y si esto
lo multiplicamos por 360, que es el número de días que tiene el calendario
lunar judío, tenemos como resultado un total de 173880 días. En segundo lugar,
si utilizamos como referencia el calendario gregoriano, que consta de 365 días
por año, del 444 a.C. hasta el año 33 d.C. es un lapso de tiempo de 476 años,
que multiplicado por 365 días que tiene el calendario gregoriano obtenemos una
cifra de 173740 días. Un total de 476 años se divide entre 4 (un año bisiesto
cada cuatro años) dando 119 días adicionales. Pero deben sustraerse 3 días de
119, porque el último año del siglo (el año 100) no es bisiesto, aunque si es
bisiesto el último año de cada 400 años.
De manera que si a 173740 días le agregamos 116 días por los años bisiestos, más
los 24 días (marzo 5-30) obtenemos la increíble cifra de 173880 días. La
historia comprueba que fueron cuatrocientos ochenta y tres años desde la fecha
que se dio la orden de reedificar a Jerusalén a la crucifixión de Cristo.
Con estas hipótesis seguimos obteniendo 483 años de cumplimiento profético y la
semana setenta sigue quedando en el aire y por lo tanto debemos estar
conscientes de que se debe dar cuenta de ella.
Siguiendo
esta misma temática de análisis, a la luz de otra profecía que también se
encuentra en el libro de Daniel (7:23-25), la descripción que nos ofrece es otro
panorama que de cierta forma, va alineado con la semana 70 de la profecía de
Daniel 9:24. Por lo encontrado en el relato bíblico, se menciona un periodo metafórico
a lo que el autor describe como tiempo, y tiempos y medio tiempo (Dan. 7:25).
Esto únicamente que se refiere a 3 años y medio, que será el tiempo que durará
la gran tribulación (Mt. 24:21) para antes de la segunda venida de Cristo a
establecer su reino en la tierra. Esto equivale a 1250 días, que es la misma
cifra que se encuentra registrada en el libro de apocalipsis 12:6 y a los 42
meses también registrados en el mismo libro (Ap.11:2; 13:15), lo cual también
coincide con Rom 11:25-29 y la profecía de Zacarías 12:10; 13:1.
Este
argumento es más consistente, no solamente por los datos históricos, sino
porque otras evidencias internas en las Escrituras refuerzan esta postura. La
semana setenta de la profecía de Daniel está considerada que será un evento en
el cual aparecerá el anticristo y la paz y el caos que traerá Su aparición en
el escenario mundial, preparará todo para la restauración de todas las cosas y
el juicio definitivo de Dios.
La semana 70 que es el último acontecimiento
dentro de esta profecía, se estima que su cumplimiento se llevará a cabo más
adelante en la historia, ya que es poco convincente que se haya cumplido en el
tiempo de la muerte de Cristo (33 d.C.) a la destrucción del templo de
Jerusalén en el año 70 d.C., lo que es 49 años equivalente a una semana de años
de la profecía de Daniel.
Nos encontramos en la era de la gracia, tiempo en el
cual Dios estará trabando en los suyos que serán Su remanente. Mientras Dios
reúne a la iglesia para sacarla del mundo, la semana setenta permanece futura.
Una vez que “el tiempo de los gentiles” (Lc. 21:24) esté completo, el reloj del
juicio de Dios contará la semana restante durante los siete años de
tribulación.
Conclusión

A pesar de
que estos pasajes son de gran importancia en el área escatológica es también
una de las profecías más controversiales de las Sagradas Escrituras. El
propósito de la profecía es dar a conocer el poder de la omnisciencia de Dios y
Su domino que tiene sobre todas las cosas. Los argumentos más fuertes apuntan
que el cumplimiento de la semana setenta aún no ha ocurrido y la profecía no se
ha cumplido en su totalidad. La mayor evidencia es histórica ya que la mayor parte
es confirmada por las Escrituras. Evidencias internas apuntan a que este
periodo de tiempo (7 años) está por suceder. El periodo de las primeras siete
semanas que van alineadas con las 62 semanas siguientes de la profecía en un
tiempo progresivo se han completado desde el decreto del rey Artajerjes en el año
444 a.C. hasta la entrada triunfal de Cristo el Mesías en Jerusalén (Lc.
19:28-40), cumpliéndose así 69 semanas de la profecía. Para la última semana se
espera la aparición del anticristo, la tribulación para Israel y el mundo; y
posteriormente la segunda venida de Cristo será la culminación final para el
cumplimiento de la profecía de las 70 semanas de Daniel. Cualquiera que sea la
forma de calcular el esquema de Daniel, es evidente que el Mesías es el único
capaz de poner fin al pecado, establecer su justicia y consagrar el santuario
al final de las 70 semanas.
Después de todo, si Dios existe, las cosas más complejas de la existencia como
el tiempo deben estar sujetas a Él.
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