Cómo Explicamos Las 70 Semanas De Daniel En Tiempo “Cronos”

Octubre 30, 2024 – Hernan Gonzalez

El tema de la profecía bíblica es considerado por muchos como algo místico y misterioso. Sin lugar a dudas, la historicidad confirma que la forma de revelación de Dios en la antigüedad fue mediante visiones concebidas a hombres en particular que fueron el instrumento de Él. Esencialmente la profecía es una palabra procedente de Dios, una inspiración divina que sobrecoge a determinados personajes y les lleva a confrontar a los demás con un mensaje no solamente predictivo, sino parenético, referido acontecimientos presentes y futuros.[1] La profecía fue una forma de manifestación para revelar los eventos futuros del pueblo de Dios y el mundo en general. Daniel es el último y más breve de los Profetas Mayores. Su escrito nos da un panorama de los tiempos y eventos que ha ratificado la historia y tiempos que aún están por venir. El material profético presentado por Daniel, nos enseña de forma sublima la entronización de Dios como el Anciano de días y como Aquel que ha de venir para establecer Su reino para siempre. También el que contiene el menor porcentaje de material predictivo: sus 58 predicciones separadas involucran solo 162 de los 357 versículos del libro, o un modesto 45 por ciento.[2] Las profecía de las 70 semanas que se encuentra registrada en el libro de Daniel es una de las profecías que ha sido de mayor interes y controversia entre los estudiosos y eruditos de la Biblia. Sin lugar a dudas, en tiempo cronológico se ha intentado establecer dicha profecía, el punto de vista de los críticos, han desarrollado sus hipótesis para intentar establecer esta profecía y saber en qué punto en la historia nos encontramos. 

Trasfondo Histórico De La Profesía de Daniel 

De acuerdo con la historia bíblica, Daniel fue un hombre que vivió en la época cuando ocurrieron los eventos la caída de Judá y la destrucción de Jerusalén aproximadamente en el 586 a.C., después de haber sido tomada la ciudad por el rey de Nabucodonosor y derrotar al rey de Judá Joacim. Aun y apesar del exilio Daniel, se convertiría en el portavoz de Dios y tanto su ministerio como su llamado comenzó estando él en Babilonia. Observamos que el libro de Daniel es portador de un mensaje de juicio en la época del profeta Nabucodonosor, Belsasar, Darío y Ciro.[3] El adentrarnos a la historia y establecer un tiempo cronológico para cada evento nos permitirá tener un mejor marco para poder interpretar las profecías. En la antigüedad, Dios daba sus mensajes para su pueblo a través de hombres mayormente conocidos como profetas. En efecto, el término técnico (hazon) para la revelación divina, es como algo presentado entre los ojos de la mente del profeta. El profeta, acorde a la palabra de Dios, no era solo aquel que prevé y que predice eventos futuros, sino más bien era la persona que hablaba por Dios o de parte de Dios para dar a conocer la voluntad del Creador. La manera en como Dios se manifestaba en tiempos antiguos, era con un propósito del cual, las personas de aquel entonces, les era difícil comprender. Para Daniel la revelación y la manifestación de Dios fue algo único, pero sobre todo, esta sería la forma en como el Creado trabajaría con los seres humanos tanto para su redención como para su salvación, de lo cual también marcaría un antes y un después en la historia, tanto de Daniel, como la de su pueblo Israel y la de sus enemigos. En una sociedad donde el paganismo era algo común, era plausible que el verdadero Dios se diera a conocer, después de todo, si Dios existe, ¿no era de esperarse su revelación? La revelación en la visión que recibió Daniel de las setenta semanas, nos da un panorama histórico y con miras hacia un futuro de redención. Daniel recibió esta profecía sumamente compleja y de una precisión sorprendente es la respuesta a la oración de Daniel, no con referencia a la historia cercana, sino mostrando el futuro de Israel en el final de los tiempos.[4] Aunque parece un poco confusa las cifras numéricas que vemos representadas en esta profecía, el propósito de ella, en sí, es el anunciar los acontecimientos que habrían de ocurrir en tiempos futuros posteriores a Daniel y la venida del Salvador, los cuales ya están establecidos dentro de Su plan soberano.

La profecía comienza con el anuncio por parte del varón Gabriel. Es interesante ver la representación de una profecía en un tiempo cronológico y numérico ya que posiblemente nos puede ayudar para establecer con un poco de mayor exactitud y determinar el cumplimiento de toda la profecía. La profecía se centraliza en un marco de tiempo de 70 semanas. Setenta en el hebreo tiene dos vocablos distintos, aunque de la misma raíz, para decir siete: shéba, que significa simplemente 7, y cuyo plural (shibin) es la segunda palabra del versículo 24 en el hebreo, y shabúa, que significa un conjunto o periodo de siete (días, años, etc.).[5] Por lo tanto, acorde al idioma original la palabra hebrea para semana (shabu’im), “sietes”, significa “sietes” de años, nos establece como interpretar esta profecía. Por lo registrado en el libro de Daniel, la visión de la profecía de las setenta semanas vino darla a conocer un varón de nombre Gabriel en el comienzo del reinado de Darío. Esto es aproximadamente en el 538 a. C. 67 años después de que Daniel fuese llevado de Palestina a Babilonia. Según Tolomeo Ciro el persa reinó nueve años después de Nabónidas.[6] De acuerdo a otras fuentes históricas que han prevalecido con el correr de los años a parte de la Biblia, el nombre de Darío el medo no es mencionado, y también corroboran que no hay intervalo de tiempo para Belsasar, ni para Nabódino. Por lo revelado en la palabra de Dios y según algunos eruditos, en el año 607 a.C. el profeta Jeremías había profetizado por primera vez los 70 años de cautividad por el cual el pueblo de Judá pasaría (Jer. 25:11-12; 29:10). Esta postura coincide con los tiempos del rey Ciro, quien fue el libertador que proclamó el decreto de liberación del pueblo de Dios aproximadamente el año 538 a.C. Sin precedentes, el anuncio de esta profecía, dejó establecido el tiempo en el cual Dios estaría preparando el escenario para Su venida y establecer Su reino para siempre. El simbolismo en la descripción de la profecía presenta un orden preciso en los eventos que debían acontecer después de ese momento de la revelación.

¿Cómo Se Ha intentado Resolver Este Enigma Histórico?

Hay dos enfoques fundamentales para la interpretación de las “semanas” (lit, “sietes”), como periodos simbólicos de tiempo o como periodos literales de tiempo.[7] La profecía de las setenta semanas de Daniel de deben verse en una secuencia de semanas de años. Muchos eruditos interpretan que los “setenta conjuntos” son 70 años. De modo que “70 conjuntos de 7” serían 70 años por 7, es decir, 490 años. Sin embargo, otros consideran que los números son simbólicos, es decir, que todos estos acontecimientos tienen lugar en el tiempo perfecto de Dios.[8] El total de las 70 semanas se interpreta en semanas de años, 7 semanas que representa 49 años, las siguientes 62 semanas representan un periodo de tiempo de 434 años, y una últimas semana más que representa 7 años, dando así un total de 490 años que es el tiempo que abarca toda la profecía de Daniel. Por su parte, la élite de los escritos antiguos de los judíos, poseen un libro conocido mayormente como Jubileos. Este libro judío está considerado que su origen es del tiempo del periodo intertestamentario, en su contenido, este libro también estructura toda la historia en un periodo de tiempo de 490 años.

Las setenta semanas de la profecía estan divididas en tres partes. Para el comienzo de este análisis, hay dos posibles hipótesis. De acuerdo con la historicidad bíblica, la primera serie de siete semanas que equivale a 49 años de tiempo, tuvo su comienzo en la destrucción de Jerusalén en el año 586 a. C. La otra postura es que esta profecía se atribuye a que tuvo su comienzo en el 457 a.C. Los historiadores bíblicos que han desarrollado estas dos posibles hipótesis, han encontrados posibles discrepancias para determinar el tiempo preciso en el cual tuvo su comienzo la profecía. Las siete semanas de años que comienza la revelación del Nuevo Testamento, se pasan rapidamente, a fin de que el énfasis principal descanse en la semana mesiánica.[9] El punto principal para la interpretación de estas primeras siete semanas, se centraliza en encontrar el punto de partida de dicha profecía.

A consideración de ambas posturas, una segunda referencia que nos adentra a la segunda etapa de la profecía de las setenta semanas, son las 62 semanas que equivalen a 434 años. Al final de este periodo de tiempo, su cumplimiento será en la venida del tan esperado Mesías príncipe al cual se le quitará la vida (Dan. 9:26). La primera hipótesis que los eruditos defienden, es porque su argumento más fuerte es que el decreto que fue emitido por Artajerjes I durante su séptimo año de su reinado, ocurrió aproximadamente en el año 457 a.C., argumento que es reforzado por la evidencia interna de las Sagradas Escrituras registrado en el libro de Esdras (7:12-26). Si se toma en cuenta estas referencias como punto de partida, al realizar un sumario de los valores establecidos, los 49 años (7 semanas) donde se completaron las calles y el muro alrededor de Jerusalén en el 408 a.C., de acuerdo con lo descrito en el versículo 25 del capítulo 9 de Daniel, y si a esto le sumamos 434 años (62 semanas), nos da una suma total de 434 años, esta secuencia nos da como resultado un valor de 483 años lo que equivaldría a 69 semanas de la profecía. Con una secuencia continua da como resultado 483 años, desde el 457 a.C. hasta el 27 d.C., o aproximadamente el comienzo del ministerio público de tres años de Cristo.[10]  

Una Segunda Intepretación

La segunda hipótesis que los eruditos postulan, se argumenta basándose en el mandado decretado por el rey Artajerjes I que realizó durante su séptimo año de su reinado, lo cual nos lleva a un tiempo remoto del 444 a.C. Esta fecha coincide con lo registrado en el libro de Nehemías 2:1. Siguiendo esta misma línea de tiempo, con esta misma hipótesis y utilizando el año lunar que consta de 360 días acorde al calendario judío, esto nos lleva a una fecha aproximada del año 33 d.C., fecha a la que la mayoría de los historiadores y eruditos, coinciden en que murió el Cristo. A decir verdad, cada hipótesis tiene sus postulaciones y argumentos de forma cronología que la historicidad puede confirmar, ya que el registro básico es consistente, ¿Pero que hay de la semana 70? ¿En qué momento en la historia se confirman los hechos de la profecía en su totalidad? ¿Tienen alguna relación con otras profecías? Aunque son diversas las incógnitas que se hacen respecto a la semana 70, por los mismos registros de la profecía en el libro de Daniel, nos dan todas las pistas necesarias para la interpretación correcta de dicha revelación. Daniel registra que para la última semana de toda la profecía, se hará un pacto firme con muchos por una semana refiriendo a Israel, tiempo que equivaldría a 7 años, pero que a la mitad de la semana este pacto será quebrantado. Lo registrado en las Escrituras nos dice que al en la profecía de las setenta semanas, aparecerá en el escenario mundial, un personaje al cual Daniel lo describe como el príncipe, y de acuerdo con los expertos y estudiosos de la Biblia, este personaje es identificado como el anticristo.

Este hecho es importante, porque para la mayoría de los académicos, los eventos relacionados a la semana 70, tienen cierta conexión con otras profecías registradas en otras partes de las Escrituras. Los amilenaristas enseñan que Cristo realizó su ministerio cuando vino por primera vez durante la semana setenta y que no hay ningún intervalo entre la semana 69 y la semana 70, y que por lo tanto, los siete eventos de Daniel profetizó en 9:24 ya se estaba cumpliendo en la iglesia.[11] Aunque parece razonable esta postura, la falla en su argumento es precisamente en ignorar otros hechos registrados en toda la profecía. Hay 6 acontecimientos que deben suceder a lo largo de las 69 semanas, que es un equivalente a 483 años. Lo primero que había de suceder era terminar la prevaricación. Lo segundo sería que se le tendría que poner fin al pecado. Lo siguiente en la profecía era que se debía expiar la iniquidad y enseguida traer la justicia perdurable. Las últimas dos cosas que debían suceder durante este periodo de tiempo, era que se debía sellar la visión y la profecía revelada y ungir al Santo de los santos, haciendo referencia a la venida del Salvador y Mesías. Los amilenaristas consideran que la profecía de la semana setenta ya fue cumplida con la iglesia en el escenario, pero esta interpretación tiene poca consistencia y debido a que el ministerio de Cristo aquí en la tierra no duro siete años, ni tampoco cesaron los sacrificios. Por otra parte, algo que no podemos ignorar es que este mensaje es exclusivamente para Israel y Jerusalén y no tiene que ver la iglesia.[12] Una pregunta que también surge al interpretar esta profecía en tiempo cronológico es ¿A la luz de que calendario se fue revelada esta visión al profeta? ¿Fue el calendario judío o el calendario gregoriano? Aunque es una sugerencia para algunos, al analizar y hacer un sumario de los valores acorde a ambos calendarios, obtenemos el mismo resultado de 483 años.

En primer lugar, si tomamos como base el calendario judío (calendario lunar) el cual contiene 360 días por año, la suma de los valores exponenciales en múltiplos de 7, (7 semanas x7) más (62 semanas x 7) obtenemos un total de 483 años y si esto lo multiplicamos por 360, que es el número de días que tiene el calendario lunar judío, tenemos como resultado un total de 173880 días. En segundo lugar, si utilizamos como referencia el calendario gregoriano, que consta de 365 días por año, del 444 a.C. hasta el año 33 d.C. es un lapso de tiempo de 476 años, que multiplicado por 365 días que tiene el calendario gregoriano obtenemos una cifra de 173740 días. Un total de 476 años se divide entre 4 (un año bisiesto cada cuatro años) dando 119 días adicionales. Pero deben sustraerse 3 días de 119, porque el último año del siglo (el año 100) no es bisiesto, aunque si es bisiesto el último año de cada 400 años.[13] De manera que si a 173740 días le agregamos 116 días por los años bisiestos, más los 24 días (marzo 5-30) obtenemos la increíble cifra de 173880 días. La historia comprueba que fueron cuatrocientos ochenta y tres años desde la fecha que se dio la orden de reedificar a Jerusalén a la crucifixión de Cristo.[14] Con estas hipótesis seguimos obteniendo 483 años de cumplimiento profético y la semana setenta sigue quedando en el aire y por lo tanto debemos estar conscientes de que se debe dar cuenta de ella.

Siguiendo esta misma temática de análisis, a la luz de otra profecía que también se encuentra en el libro de Daniel (7:23-25), la descripción que nos ofrece es otro panorama que de cierta forma, va alineado con la semana 70 de la profecía de Daniel 9:24. Por lo encontrado en el relato bíblico, se menciona un periodo metafórico a lo que el autor describe como tiempo, y tiempos y medio tiempo (Dan. 7:25). Esto únicamente que se refiere a 3 años y medio, que será el tiempo que durará la gran tribulación (Mt. 24:21) para antes de la segunda venida de Cristo a establecer su reino en la tierra. Esto equivale a 1250 días, que es la misma cifra que se encuentra registrada en el libro de apocalipsis 12:6 y a los 42 meses también registrados en el mismo libro (Ap.11:2; 13:15), lo cual también coincide con Rom 11:25-29 y la profecía de Zacarías 12:10; 13:1.

Este argumento es más consistente, no solamente por los datos históricos, sino porque otras evidencias internas en las Escrituras refuerzan esta postura. La semana setenta de la profecía de Daniel está considerada que será un evento en el cual aparecerá el anticristo y la paz y el caos que traerá Su aparición en el escenario mundial, preparará todo para la restauración de todas las cosas y el juicio definitivo de Dios.

La semana 70 que es el último acontecimiento dentro de esta profecía, se estima que su cumplimiento se llevará a cabo más adelante en la historia, ya que es poco convincente que se haya cumplido en el tiempo de la muerte de Cristo (33 d.C.) a la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 d.C., lo que es 49 años equivalente a una semana de años de la profecía de Daniel.

Nos encontramos en la era de la gracia, tiempo en el cual Dios estará trabando en los suyos que serán Su remanente. Mientras Dios reúne a la iglesia para sacarla del mundo, la semana setenta permanece futura. Una vez que “el tiempo de los gentiles” (Lc. 21:24) esté completo, el reloj del juicio de Dios contará la semana restante durante los siete años de tribulación.[15]

Conclusión

A pesar de que estos pasajes son de gran importancia en el área escatológica es también una de las profecías más controversiales de las Sagradas Escrituras. El propósito de la profecía es dar a conocer el poder de la omnisciencia de Dios y Su domino que tiene sobre todas las cosas. Los argumentos más fuertes apuntan que el cumplimiento de la semana setenta aún no ha ocurrido y la profecía no se ha cumplido en su totalidad. La mayor evidencia es histórica ya que la mayor parte es confirmada por las Escrituras. Evidencias internas apuntan a que este periodo de tiempo (7 años) está por suceder. El periodo de las primeras siete semanas que van alineadas con las 62 semanas siguientes de la profecía en un tiempo progresivo se han completado desde el decreto del rey Artajerjes en el año 444 a.C. hasta la entrada triunfal de Cristo el Mesías en Jerusalén (Lc. 19:28-40), cumpliéndose así 69 semanas de la profecía. Para la última semana se espera la aparición del anticristo, la tribulación para Israel y el mundo; y posteriormente la segunda venida de Cristo será la culminación final para el cumplimiento de la profecía de las 70 semanas de Daniel. Cualquiera que sea la forma de calcular el esquema de Daniel, es evidente que el Mesías es el único capaz de poner fin al pecado, establecer su justicia y consagrar el santuario al final de las 70 semanas.[16] Después de todo, si Dios existe, las cosas más complejas de la existencia como el tiempo deben estar sujetas a Él.

Bibliografía

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Miller, Stephen M. Guía Completa de la Biblia (Phoenix, Arizona: Casa Promesa, 2007).

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Sproul, R. C. La Biblia de Estudio de la Reforma (La Habra, California: Ligonier Ministries y Poiema Publicaciones, 2020).

Walvoord, John F, Roy B. Zuck. El Conocimiento Bíblico Un Comentario Expositivo Antiguo Testamento Tomo 6 (Puebla, México: Ediciones de las Américas A.C. 2001).



[1] Alfonso Ropero, Biblia de Estudio Mensaje Profético y Escatológico (Barcelona, España: Editorial Clie, 2021) VI.

[2] Alfonso Ropero, Biblia de Estudio Mensaje Profético y Escatológico (Barcelona, España: Editorial Clie, 2021) 1264.

[3] Charles F. Pfeiffer, Comentario Bíblico Moody Antiguo Testamento (Grand Rapids: Editorial Portavoz, 1993) 757.

[4] John MacArthur, Biblia de Estudios MacArthur (Nashville, Tennessee: Editorial Vida, 2019) 1164.

[5] Alfonso Ropero, Biblia de Estudios Matthew Henry Ampliada con Relevantes Autores Evangélicos de Todos los Tiempos (Barcelona, España: Editorial Clie, 2017) 1232. 

[6] Alfonso Ropero, Biblia de Estudio Mensaje Profético y Escatológico (Barcelona, España: Editorial Clie, 2021) 1281.

[7] R. C. Sproul, La Biblia de Estudio de la Reforma (La Habra, California: Ligonier Ministries y Poiema Publicaciones, 2020) 1415.

[8] Stephen M. Miller, Guía Completa de la Biblia (Phoenix, Arizona: Casa Promesa, 2007) 227.

[9] Roberto Jamieson, A. R. Fausset, David Brown, Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia Tomo 1 El Antiguo Testamento (El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano, 2015) 843.

[10] R. C. Sproul, La Biblia de Estudio de la Reforma (La Habra, California: Ligonier Ministries y Poiema Publicaciones, 2020) 1416.

[11] John F. Walvoord; Roy B. Zuck, El Conocimiento Bíblico Un Comentario Expositivo Antiguo Testamento Tomo 6 (Puebla, México: Ediciones de las Américas A.C. 2001) 59.

[12] Sunshine Ball, Daniel y el Apocalipsis (Miami, Florida: Editorial Vida, 2000) 55.

[13] John F. Walvoord; Roy B. Zuck, El Conocimiento Bíblico Un Comentario Expositivo Antiguo Testamento Tomo 6 (Puebla, México: Ediciones de las Américas A.C. 2001) 344.

[14] Sunshine Ball, Daniel y el Apocalipsis (Miami, Florida: Editorial Vida, 2000) 56.

[15] Juan Carlos y María Luisa Cevallos, Biblia de Estudio Palabra Clave con Diccionario Hebreo y Griego (Chattanooga, Tennessee: Editorial Patmos, 2016) 837

[16] Leticia Calcada, Biblia de Estudios de Apologética (Nashville, Tennessee: Holman Bible Publishers, 2011) 1176.

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