Mayo 28, 2024 – Hernan Gonzalez
El
cristianismo primitivo tuvo como una de sus bases doctrinales y teológicas el
testimonio de aquellos que experimentaron las apariciones del Jesús resucitado.
Aunque la cuestión de la historicidad en el caso de la resurrección de Jesús ha
sido el suceso más explorado, investigado y debatido, hasta el día de hoy es un
hecho que no puede ser removido de la historia humana. Ante este milagro
portentoso, los primeros cristianos fueron estableciendo sus creencias ante
esta nueva realidad. El testimonio de los testigos oculares fue trasmitido oralmente
haciéndose de esta, una tradición que se fue pasando de persona en persona y
tener el alcance que se conoce hasta el día de hoy. La antigua tradición contenía
sin duda referencias a la muerte, sepultura y resurrección de Cristo y, al
menos, a una de las apariciones.
El impacto de la resurrección del Hijo de Dios en los escritos paulinos, muestra la importancia
del testimonio de aquellos que experimentaron las apariciones
post mortem de
Jesucristo para hacer del cristianismo una nueva realidad que transformaría al
mundo al ofrecerle una esperanza viva.
Trasfondo y Texto Histórico de Corintios

El
movimiento cristiano fue promovido por los discípulos principales de Jesús
particularmente. Pablo quien también es presentado en las Escrituras como apóstol
de Jesucristo (
1 Cor. 1:1) fue también uno de los principales promotores y
propulsores de la iglesia particularmente en la región de Corinto. Como era de
esperarse, la iglesia en Corinto comenzó a enfrentar diversos problemas tanto
doctrinales como teológicos lo que los llevaba a sus congregantes a caer en
situaciones de división en diferentes aspectos y que resultaron ser
perjudiciales para toda la congregación. Ante esta situación, el reconocido erudito Dr. Craig Blomberg presenta en su libro (
1 Corintios) como el apóstol Pablo abordó estas situaciones en la forma en como está
estructurada la carta. Los problemas de arrogancia, de inmadures, de
inmoralidad sexual, de la comida sacrificada y de la embriagues en la mesa del
Señor, surgieron por el mal entendimiento de la nueva identidad que Cristo
había traído al mundo y esto quizás vino a ser distorsionada por el secularismo
y el gnosticismo griego que se adentró en iglesia, pero en su defensa, el
apóstol ataca el problema tiendo como base la misma revelación manifiesta de
Dios en Cristo. (1 Cor. 15:3-4). Pablo al tratar estos temas, concluye la carta
en este caso, porque el problema gira en torno a la naturaleza de la
resurrección.

La nueva identidad
manifestada en el Cristo y Mesías era para algunos una locura (1 Cor. 1:23), pero
tanto la sabiduría, así como revelación de Dios a través del Jesús crucificado,
muerto y resucitado dejaban en manifiesto el poder omnisciente y soberano de
Dios y este solo podría ser comprendido por aquellos que creían en Él. Con una
base teológica y profética conocida tanto por la tradición, así como por la
misma revelación del A.T., Pablo nos ofrece una lista de testigos de las apariciones
del Jesús resucitado, ratificando el cumplimiento profético y trayéndolo al escenario
personas que fueron transformadas por esta nueva identidad de la resurrección. Algunos
creyentes en Corinto negaban que los muertos iban a resucitar, esa negación
resultaba en el rechazo de la resurrección de Cristo y le quitaba al
cristianismo su esperanza futura.
¿Qué Encontramos en el Credo Apostólico?

La lista de
testigos que Pablo presenta (
1 Cor. 15:3-8) fue el pilar que comenzó la iglesia
primitiva con la divulgación de la buena nueva de la resurrección del Hijo de
Dios. Según el erudito alemán Gerd Lüdemann sostiene que “puede considerarse
como históricamente cierto que Pedro y los discípulos tuvieron experiencias después
de la muerte de Jesús en las que éste se les apareció como el Cristo resucitado”.
La contribución de Pablo más útil de todas fue el transmitir el testimonio y
confirmación de 3 de los apóstoles originales de Jesús. Ahora a
través de Pablo, hemos escuchado también de Pedro, así como de Santiago el hermano
de Jesús y del apóstol Juan.
Después
mencionado la aparición a más de 500 hermanos a la vez (1 Cor. 15:6), reforzaba
su argumento para hacer más evidente esta nueva realidad. Se sabe que los
buenos historiadores en el mundo antiguo solían entrevistar a los testigos presenciales
y lo documentaban al nombrarlos en su trabajo, lo mismo vemos que hace el
apóstol Pablo en este suceso que transformó al mundo y que fue trasmitido y
plasmado en himnos y credos.
¿Cómo
sabemos que 1 Corintios 15:3-7 es un credo pre-Paulino?

Tanto Blomberg, al igual que historiadores
de renombre y eruditos reconocidos académicamente, concuerda que parte de la
revelación especial de Dios está compuesta por himnos y credos que circularon y
fueron establecidos y trasmitidos durante el nacimiento de la iglesia cristiana
en el primer siglo. Los versículos 3-8 repasan el antiguo credo o confesión
cristianos sobre la muerte y resurrección de Cristo.
En
estos himnos o credos, vemos una teología cristocéntrica que transmite el
mensaje divino en su revelación de Dios en la persona de Su Hijo. Esta nueva
identidad debía llevar a la iglesia de Corinto, así como para la iglesia de
hoy, a vivir una vida que experimentaba esa transformación y un cambio de vida
la cual tenía su fundamento en esta nueva identidad que tuvo su origen en la
muerte, sepultura y resurrección de Jesús. Más que una psicosis colectiva como
los naturalistas y agnósticos han intentado explicar, esta experiencia
trasformadora tiene una mejor explicación en Dios. Las apariciones en grupos se
mencionan en los evangelios, así como en Hechos,
de
manera que por la misma evidencia interna como externa, este hecho no puede
descartarse, lo que debe darles a los creyentes la convicción de vivir una vida
en sintonía a la luz de este milagro.

El impacto de la resurrección le brinda
esperanza y aliento al corazón afligido y a todo aquel que vive de una forma ajena
al mandato divino. N.T. Wright menciona que la lista de testigos de los
versículos 5-7 es impresionante, pero para la memoria de quienes han leído los
evangelios, incompleta, lo cual resulta interesante.
Pero
más que hacer interpretaciones o saber los nombres de tantos testigos, el propósito
de Pablo era dejar un testimonio vivo para exhortar a la iglesia que su fe no
estaba cimentada en un mito ni en ninguna leyenda, sino en una verdad que fue
encarnada en Cristo y llevada en gloria después de Su resurrección. Este himno
o credo fue para la iglesia primitiva parte de su predicación y su doctrina
eclesial. Aunque también existen diferencias de opinión sobre si 15:5-7 es
parte de la misma tradición o si Pablo ha combinado dos o más tradiciones,
pero
el mensaje divino es el mismo, personificado y revelado en Jesucristo.

Para la
iglesia de hoy y para el ministerio, atesorar el testimonio de aquellos que
vivieron antes de nosotros y fueron testigos del evento que transformó al mundo,
debe provocar en el creyente un despertar y vivir a la luz de estos pasajes y
esta nueva realidad que Dios le ha ofrecido a los hombres. Ese fue el deseo del
apóstol Pablo, que con tan gran nube de testigos pudiéramos vivir en una mayor
sintonía y con un mayor propósito, ya que el mismo espíritu que levantó a Jesús
de entre los muertos es el que ahora mora en el creyente para llevar un caminar
transformador por la obra del Espíritu Santo y para la gloria de Dios.
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