15 Julio, 2023 – Hernan Gonzalez

En este caminar terrenal, vivimos diversas experiencias
que son las que van formando nuestro carácter, nuestra personalidad y nuestra
cosmovisión y son estas también las que en cierta forma provocando algún deterioro
a nuestro corazón y a nuestro sentir interior. El interior del hombre parece
ser una de las cosas más complejas de la existencia, ya que aunado a ello están
los estados de ánimo y nuestras emociones en las que hay momentos en que estas
pueden resultar aún más complejas. Como seres humanos con necesidades
fisiológicas y afectivas, nuestra naturaleza tiende a ir en busca de aquello que
consideramos necesario para vivir o alcanzar la felicidad y la satisfacción
para todo nuestro ser. Particularmente en el área emocional, cuando estas
necesidades no son satisfechas tendemos ir en declive, y como mecanismo de
defensa, queremos huir de la realidad en la cual nos encontramos, que nos daña
y que no nos permite ver con claridad cual es la voluntad de Dios para nuestras
vidas.

Mayormente en un mundo caído, ninguna persona esta excepta
de pasar por algún tipo de turbulencia, incluso como creyentes, nos vemos
afectados por esta tendencia universal. Corazones rotos y almas quebrantadas han
sido el resultado en cuanto la desilusión terrenal aparece. El mundo para
nosotros toma una forma distinta a la que teníamos en mente, y al hacernos
codependientes de algo que también es terrenal y efímero como nosotros, y que
no responde como quisiéramos o no se convirtió en lo que esperábamos o no fue
lo que siempre deseamos, esto hace que todo parezca sin sentido y por ende nos
sentimos vacíos.
En el ámbito relacional, las relaciones rara vez terminan
por una catástrofe única, normalmente se va desintegrando poco a poco y
desmoronándose por etapas. Esto es lo que
precisamente la escritora Lysa Terkeurst dentro de su propia experiencia documenta
para sus lectores: “A medida que nos sinceramos mutuamente, mientras más nos
conectamos, más vulnerables nos volvemos, y mientras más vulnerables nos
volvemos más expuestos quedan los puntos más sensibles de nuestro interior y cuando
nos atrevemos a que nos conozcan tanto, nos arriesgamos a que nos hieran. El desnudar nuestro
interior a un mundo donde existe la posibilidad de no recibir lo mismo que
ofrecemos, corremos el riesgo de a travesar las más duras de las experiencias,
mayormente cuando estas las realizamos fuera de la voluntad de Dios.
Aunque nuestras intenciones no sean malas, seguimos
estando expuestos a sufrir incluso cuando sean buenas nuestras intenciones. Es
difícil dar un paso, cuando nuestras experiencias pasadas fueron de continuo
fracaso. Pero una verdad es cierta, no podemos cambiar lo que hemos
experimentado, pero podemos elegir cómo las experiencias nos cambian a
nosotros.
En salmo 23 es el reflejo del corazón de un hombre que
experimentó el amor de Dios al mostrárselo a través de sus abundantes
bendiciones, aun y cuando estas no las merecía. Aunque su contexto no se ofrece,
queda claro que es la canción de alguien que ha perdido la comodidad y la
seguridad de este mundo. La verdad sobre sobre la vida de David no se
encontraba en quien era él, sino lo que Dios es. Aun y en sus peores momentos,
David encontró lo que necesitaba únicamente en el amor que experimentaba
departe de Dios. <<Confortará mi alma; me guiará por sendas de
justicia por amor de su nombre>> (Sal. 23:3). Las personas con algún daño
emocional no resuelto tienden a buscar resoluciones en cosas externas, trayendo
a ellos más confusión y más desolación, cuando la respuesta únicamente se
encuentra en nuestro Creador.
Tus Ojos Puestos En La Meta
Recuerda que tu Propósito como hijo(a) de Dios es
superior a tus expectativas. Muchas situaciones pueden ser las que nos marcaron
y al día de hoy nos hacen ser como somos. Inseguros, siempre a la defensiva por
miedo al rechazo, con baja autoestima, pero sobre todo con nuestra relación
rota con Dios, convirtiéndonos en alguien que nunca debimos ser. Para ello,
tenemos el gran ejemplo de nuestro Salvador que incluso cuando las personas se
volvieron contra Jesús, él no dejó que el adiós lo convirtiera en alguien que
nunca debió ser.

Muchos nos convertimos en aquello que nunca fue el propósito
de Dios, ni tampoco fue nuestro deseo, pero nuestras experiencias nos llevaron
a estar en esta posición. Otra verdad que descubrimos en el Salmo 23 usando una
analogía de pastores que conducen a sus ovejas hacia aguas tranquilas para que
reposen y se aseen, así el señor restaura y refresca el alma del creyente. <<Jehová
es mi pastor; nada me faltará, en lugares de delicados pastos me hará descansar.
Junto a aguas de reposo me pastoreará>> (Sal. 23.2) La lección
espiritual es clara, el Señor provee perdón y paz para aquellos que lo siguen. Esta
relación estrecha con nuestro Creador y Salvador mantiene firme nuestra
esperanza de vida aun y cuando física y emocionalmente estemos por los suelos.
Pon En Orden Tus Prioridades
Por experiencia propia si no tienes tiempo para estar con
Dios, para pasar tiempo conociéndolo a través de Su palabra o experimentando Su
presencia a través de la oración, Dios no es la prioridad número uno en tu vida,
hay algo más que está ocupando el lugar de Dios en tu vida, y cuando tenemos
nuestras prioridades fuera de orden, por ende, nos sentiremos vacíos. Esto era
la oración de David cuando la duda o la incertidumbre venían a su vida. <<Examíname,
oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay
en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno>> (Sal.
139:23-24). La única manera para salir de ese bache de oscuridad e
incertidumbre es permitiéndole a Dios que tome el lugar que le corresponde en nuestras
vidas.

Los tiempos de aprendizaje son aquellos que más turbulencia
traen a nuestra vida, y aunque no nos guste, son necesario para nosotros la
mayoría de las veces. No solamente porque pulen nuestro carácter, sino que nos
acercan a Dios y nos permiten conocerlo de una forma personal. Dios no solo
puede, sino quiere y espera glorificarse en tu fracaso. La doctora y escritora
Cathy Scheraldi de Núñez lo expresa de la siguiente manera: “Todo lo que tengo
viene de Dios, y lo que no tengo también es Él quien en Su sabiduría ha decidido
que es mejor no dármelo”.
Después de haber pasado por algún tiempo de turbulencia,
cualquier cosa que sea nuestro anhelo, lo más saludable para nuestra vida es
esperar el tiempo perfecto de Dios. No solo porque de Él puede proceder lo
mejor para nosotros sino porque Él es fiel a pesar de que nosotros no lo somos.
David aprendió y experimento esta realidad en su propia vida y en su caminar de
fe.
Dios Nunca Se Olvida de Los Deseos de Tu Corazón
Uno de los atributos que más me sorprenden de Dios, es Su
fidelidad. Entender esta gran verdad nos ayudará para redescubrir el verdadero
significado de nuestra existencia. Es cierto que Dios cumplirá las peticiones
de nuestro corazón así como todos nuestros anhelos <<Que te conceda el
deseo de tu corazón, y cumpla todos tus anhelos>> (Salmo 20:4). Pero
para que esta verdad suceda y se haga una realidad en nuestras vidas, el primer
requisito es que debemos estar plenos y satisfechos en Él, porque cuando
esto suceda será entonces que sabremos pedir conforme a Su voluntad y conforme
a Su plan perfecto que Él tiene para tu vida y para la mía.

No es tiempo de quedarte quieto y solo esperar que el
tiempo se encargue de arreglar todo. Si has pasado por tiempos turbulentos en
los cuales has vivido situaciones donde la desilusión te ha abrazado y se ha
vuelto tu compañera, procura que tu oración no sea: “Señor oro por quien será
mi futura esposa(o), oro por esta nueva oportunidad, te pido que esta situación
cambie para yo poder ser feliz”. Sino más bien procura que tu oración comience:
“Señor, te he fallado y me arrepiento tanto de ello. Hoy lo único que te pido
es que restaures mi alma rota Señor, ayúdame a sanar de tal manera, de que
cuando llegue la indicada(o), o se presenta esa oportunidad que me ayudara para
cumplir y hacer realidad Tu voluntad, yo me encuentre restaurado(a) del todo y lo
pueda identificarlo para así vivir todo ello honrándote y dándote gloria por lo
que haces cada día de mi vida”.
Recuerda que no es cómo empiezas
la carrera, sino cómo la terminas.
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